Francia vive este miércoles su segunda jornada consecutiva de huelga en la empresa pública de ferrocarriles, un movimiento masivo que afecta a millones de usuarios y que supone un desafío para el programa reformista del presidente Emmanuel Macron.
Apenas uno de cada siete trenes de alta velocidad (TGV) y uno de cada cinco trenes regionales operaban este miércoles, según las previsiones de la dirección de la empresa ferroviaria estatal (SNCF), que indicó que cerca del 30 por ciento de sus empleados participaban en la segunda jornada de huelga, un poco menos que la víspera.
Los sindicatos convocaron a un movimiento de huelgas intermitentes, a razón de dos días por semana, que debe durar en principio tres meses.
El martes, en la primera jornada de huelgas, sólo circuló un TGV de cada ocho y un tren regional de cada cinco, por lo que muchos franceses optaron por trabajar desde su casa.
La huelga provocaba también enormes atascos alrededor de las principales ciudades del país. Este miércoles hacia las 05:30 horas locales se contabilizaban embotellamientos de 350 kilómetros en la región parisina, es decir el doble de lo habitual.
Los ferroviarios protestan contra la supresión del estatuto especial de sus trabajadores para los nuevos contratados, la apertura del servicio de ferrocarril a la competencia y la transformación de la empresa en sociedad anónima, lo que, según ellos, abre la vía a una futura privatización, algo que niega el gobierno.
Para ello han ideado un nuevo concepto de movilización, con una huelga de dos días cada cinco, es decir un total de 36 días de paros alternados hasta finales de junio.
El primer ministro Edouard Philippe admitió el martes que las personas que usan la red ferroviaria SNCF – 4.5 millones de personas a diario – tienen “días difíciles por delante”.
Fuente: Milenio
rrc