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Elecciones y encuestas: ¿A quién creerle?

Ante la danza de cifras de las encuestas que salen por todos lados presumiendo eficacia, nos ha sorprendido gratamente el ejercicio realizado por Opinión de Yucatán para sondear directamente las preferencias electorales de la gente en mercados, tianguis, plazas, parques y sitios de afluencia popular.

Es sin duda el más singular y efectivo esfuerzo para conocer lo que comúnmente se llama “la voz del pueblo”.
En efecto, los sondeos populares han demostrado su exactitud cuando se trata de asuntos de interés general, y desde tiempos remotos han sido el mejor termómetro para medir la opinión de los ciudadanos; de hecho, han sido estos sondeos los que dieron origen a las modernas encuestas.

¿Por qué creerle al sondeo popular?

Sencillamente porque se realiza directamente, sin más condicionamiento que la aceptación del ciudadano para contestar algunas sencillas preguntas, y si la pregunta es abierta, esto es, sin mencionar de antemano nombres ni un orden predeterminado, mejor, pues la respuesta es inmediata, espontánea dirían los entendidos.

CARA A CARA…

Encuestas cara a cara son las encuestas tradicionales, las que se realizan cara a cara por personal debidamente identificado, tienen un sesgo menor porque sus muestras son tomadas directamente en campo.

Dependen mucho de la seriedad y el método empleado, incluso del tipo de población a que se dirigen, porque recordemos que en Yucatán tradicionalmente hay un rango de error mayor al nacional en este tipo de ejercicios.

En todo caso, hay que observar bien quién hace la encuesta. Si se trata de una empresa seria, consolidada, hay menor riesgo de que se preste a “copeteos” porque se juega el prestigio de su marca.

 

Encuestas telefónicas a domicilio…

Hay a nivel nacional casos de encuestadoras como Massive Caller que se han hecho famosas por levantar sus datos vía telefónica a domicilio, y han debutado con un gran despliegue de propaganda y tecnología, con aplicaciones para descargar cada semana sus datos. Sumamente atractivo, pero…

Consideremos que en Yucatán el porcentaje de viviendas con teléfono domiciliario, según el INEGI, es de 36.9% de las viviendas ocupadas, y en este porcentaje predomina el sector urbano de clase socioeconómica media alta-alta.

Esto porque, sencillamente, el teléfono domiciliario es una especie en extinción, ante la facilidad de contar con un celular.

Por lo tanto, las cifras que manejan las empresas tipo Massive Caller, si bien les va, reflejan la opinión de una parte de ese pequeño porcentaje de habitantes, porque también dependen de la persona que conteste el aparato, a determinada hora.

Mención aparte amerita el hecho de que esa empresa ha sido señalada por recibir pagos millonarios por parte del PAN, lo que pone en entredicho su actuación.

Internet…

En los últimos años, se han vuelto comunes las encuestas realizadas vía internet por diversos medios, desde páginas web, por correos electrónicos y también a través de todas las redes sociales. En Europa y Estados Unidos, este ejercicio se ha mezclado con los sondeos directos en campo para mejorar los resultados.

Como en las tradicionales cara a cara, cuenta mucho la metodología empleada para definir la muestra, pues debe ir más allá de un simple “me gusta” de Facebook o Twitter, para que se le pueda adjudicar credibilidad, y también debemos tomar en cuenta que a menudo las tendencias suelen ser más llamativas que en los ejercicios tradicionales, quizá debido a la masividad del medio empleado.

¿A quién creerle…?
Nada como el sentido común. La opinión de botepronto que la gente en un ambiente popular y libre de condicionamientos funciona tanto para las pruebas de mercadeo de productos como para políticas públicas o preferencias electorales.

Es un sondeo directo, sin intermediarios, a personas que de buena gana acceden a decir su opinión.

Por eso es de reconocer la atinada decisión de aplicar este tipo de ejercicios en lugares concurridos por la gran mayoría poblacional: plazas públicas, mercados, tianguis, parques, paraderos de autobuses, etc.
No sé ustedes, amables lectores. Pero yo le voy a lo que diga el pueblo. Vox populi, vox Dei.

/JVN.

Por: Juvenal/ L del S.

 

 

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