Editorial

A PULSO DE TINTA – MI APRENDIZAJE CON EL POETA RAÚL RENÁN

A PULSO DE TINTA

GABRIEL AVILÉS

presagiodemar@gmail.com

MI APRENDIZAJE CON EL POETA RAÚL RENÁN

Escribir de Raúl Renán (1928-2017) es una verdadera odisea, debido, al gran legado que dejo en la literatura mexicana y particularmente en la yucateca. Poeta, editor y maestro; cuántos literatos no pasamos por sus talleres de poesía para poder evolucionar, y de ese modo, mejorar nuestros textos literarios.

Al maestro lo conocí en 1995 en un encuentro de escritores realizado por el Centro Yucateco de Escritores, específicamente, en un desayuno donde estaba con otra gran maestra y amiga, Elvia Rodríguez Cirerol; en aquella, época, como joven incipiente y audaz me acerqué a Raúl para pedirle que me diera clases de poética, él con su franca sonrisa, honestidad y don de gente, me respondió que si iba a la ciudad de México durante los veranos, me impartiría sus conocimientos en el departamento de literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes donde se desempeñaba como jefe.

Durante los dos años siguientes tuve la oportunidad de ser su alumno, asimismo, me convertí en su amigo y un poco confidente, tertulias acerca de su trabajo como versificador, editor, también me relato algunas malas experiencias que supero con trabajo y coraje en un sentido positivo, lo anterior, me dio la oportunidad, de conocer y reconocer a Renán como ser humano y hombre.

Por otra parte, me presentó a otros jóvenes literatos como Daniel Mir, Norma Salazar, Angélica Díaz Ceballos, Carmen Nozal, entre otros; además de involucrarme con uno de los más grandes exponentes de la literatura mexicana Alí Chumacero. La editorial Presagios que funde en 1997 y cerré en el 2001 fue un homenaje para Raúl, la cual se inició en Mérida pero creció y evoluciono en Cancún, Quintana Roo.

Asimismo, durante algunos años visitaba Cancún a dar conferencias, presentar sus libros como Gramática Fantástica, Serán como Flores, Los Silencios de Homero y por supuesto, talleres. Le gustaba el mar, caminar sobre la arena en soledad; desayunar en casa de mis padres, como buen yucateco, el menú era Chocolate con galletas animalitos y panuchos mientras chopeaba el pan en la taza, su humildad lo convirtió en un miembro más en mi familia.

La última vez que tuve la oportunidad de verle fue aquí en Mérida, en un homenaje realizado en el teatro Armando Manzanero, de ahí, me fui a otras ciudades, a otros países a presentar mi poesía, sin embargo, siempre presente en mi vida, gracias a una amiga en común con la cual me comunicaba para saber de él

Dentro de sus logros se pueden mencionar la medalla Yucatán 1987, el premio de Poesía Experimental que lleva su nombre desde 1998, ser escritor emérito desde el 2011, por ende, puedo afirmar que en un futuro se le dará el lugar que le corresponde en la literatura mexicana, pues, considero que todavía no se le reconoce del todo como el poeta mayor que es, fue y será.

Este año fue un gran regalo para mí, hablar de Raúl Renán y las vivencias que tuvimos juntos, en compañía del escritor Alberto Carcaño dentro de las actividades de la FILEY, ese día fue muy especial, pues sentí su presencia en mis palabras como ahora lo percibo a través de esta columna que escribo a manera de agradecimiento eterno para éste.

Finalizo, transcribiendo un poema de su autoría que lo define como un poeta con múltiples aristas:

Palabra

Mi palabra no tiene nada de verdad/. A penas unas pocas letras / y un sonido de familia/
con el que se da a entender/.Se me abrazó a un dedo/ cuando nací/; casi un amuleto/ para espantar a las alimañas/que pululan en el espacio sin nombre/. Se me subió a la voz/ y le dio por pedir las cosas del pecado/. Se enroscó sobre el papel/ como el ovillo en broma/
que tira un lazo al verso/ para darle humor/. Que calle mi palabra, letra por letra/, sin desaparecer.

En su caja sonora
guardo una astilla
del hígado de Prometeo.

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