A PULSO DE TINTA
LAS HEBRAS DEL AGUA
GABRIEL AVILÉS
Para mi querido Juan Ramón Gongora
1
En mis segundos de lucidez para no sentirme muerto, comparto mi pobreza con vagabundos que duermen alrededor de mis raíces, al despertar reitero sus pesadillas y el ocio inyecta reiteraciones.
Abro mis ojos, al lado de mí, depresión y muerte, clamo por mi soberbia y siento la esclavitud de los dipsomanos.
Me arraigo al escarlata de las horas.
2
Por el cristal, una mujer con un tumor en la frente pide limosna
Nadie se apiada
Hombres y mujeres ríen entre manjares y iphones
La indiferencia se ha vuelto un rito diario
Ella prosigue su caminata a la hondanada
El sol del mediodía
Raspa su rostro y la muerte cabalga con lentitud.
3
Escribo liturgias entre las hebras del agua,
ella refleja mi autorretrato
que se resigna a inmolarse en púas
y repetir como sicario en crucifixión:
Te niego
Me niego
Nos negamos
Después disparar a quemarropa,
el insulso sudor de sol y edades
que permanece en la pubertad de un infante
Rechinando dientes.
4
Estoy cansado, fallezco cada mañana, recorriendo las mismas calles, de saludar al hombre de las manos sucias, ver caer de los árboles, sus solsticios, ocultar mis lágrimas por sumideros.
Cansado de vivir sin vivir, de ladrar mis penurias a través de un verso ya consagrado.
Pariendo líneas con más pena que gloria y sentirme pusilánime al transcurso de las horas mientras mi mente añora cadáveres.