Editorial

Bienestar para Mujeres en Retiro – Un ambiente sano: larga y sinuosa defensa

Bienestar para Mujeres en Retiro

Un ambiente sano: larga y sinuosa defensa

Lourdes Cabrera Ruiz

Había participado a nuestros lectores, en el artículo inmediato anterior, de la importancia que tiene el establecer un compromiso para avanzar juntos hacia un mundo más equitativo. En esa ocasión, nos referíamos a la situación cultural y empresarial que lleva a miles de mujeres a replicar modelos que favorecen el ejercicio de violencia hacia sus personas, mediante el consumo de productos y la adopción de conductas que el mismo entorno, al naturalizarlas, le provee como algo que debería ser así, sin cuestionar. Otra de las diferentes materias que urge atender es el derecho a un medio ambiente sano.

Las acciones del ser humano en el medio ambiente han generado un impacto que comenzó a ser de interés de la sociedad cuando la bióloga y zoóloga Rachel Carson publicó su obra Primavera silenciosa (1962), en la que documenta los efectos negativos de los plaguicidas sobre las aves y el medio ambiente. Se dice que esta alerta está relacionada con el surgimiento de los movimientos ecologistas a favor de la conservación de la naturaleza. A su vez, la ONU convocó a la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano, realizada en Estocolmo del 5 al 16 de junio de 1972, donde surgió la Declaración de Estocolmo.

Esta Declaración fue el primer documento internacional donde se reconoce por primera vez el derecho a un medio ambiente sano, al proclamar que: “[La humanidad] es a la vez obra y artífice del medio ambiente que la rodea, el cual le da el sustento material y le brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, moral social y espiritualmente. En la larga y tortuosa evolución de la raza humana en este planeta se ha llegado a una etapa en que, gracias a la rápida aceleración de la ciencia y la tecnología, [La humanidad] ha adquirido el poder de transformar, de innumerables maneras y en una escala sin precedentes, cuanto la rodea.”

En el Principio 1 de dicha Declaración se asume la convicción de que la humanidad: “tiene derecho fundamental a la libertad, la igualdad y el disfrute de condiciones de vida adecuadas en un medio ambiente de calidad tal, que le permita llevar una vida digna y gozar de bienestar, y tiene la solemne obligación de proteger y mejorar el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras…”.

En algunos de sus principios (2, 4, 5, 7, 15 y 19), la Declaración estableció criterios de conservación y cuidado. El Principio 2 advierte que “Los recursos naturales de la tierra, incluidos el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna, y especialmente muestras representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse (…) mediante una cuidadosa planificación u ordenación, según convenga.”

Mientras que el 4 determina al propio hombre como responsable de preservar y administrar juiciosamente el patrimonio de la flora y la fauna silvestres y su hábitat, que se encuentran actualmente en grave peligro por una combinación de factores adversos. En consecuencia, al planificar el desarrollo económico debe atribuirse importancia a la conservación de la naturaleza, incluidas la flora y la fauna silvestres. Por ello también el Principio 7 indica que los Estados deberán tomar todas las medidas posibles para impedir la contaminación de los mares por sustancias que puedan poner en peligro la salud del hombre, dañar los recursos vivos y la vida marina, menoscabar las posibilidades de esparcimiento o entorpecer otras utilizaciones legítimas del mar.

Dos principios más, el 15 y el 19, advierten de la importancia de la planificación en materia de asentamientos humanos y urbanización con miras a evitar repercusiones perjudiciales sobre el medio ambiente y a obtener los máximos beneficios sociales, económicos y ambientales para todos. Por tanto, deben abandonarse los proyectos destinados a la dominación colonialista y racista. Es indispensable una labor de educación en cuestiones ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos, y que preste la debida atención al sector de población menos privilegiado, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada, y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio ambiente en toda su dimensión humana. Es también esencial que los medios de comunicación de masas eviten contribuir al deterioro del medio ambiente humano.

Todas estas declaraciones hechas en 1972 tuvieron repercusiones positivas aunque paulatinas y no siempre contundentes ni equitativas en diversos puntos del planeta donde se desencadenarían luchas de poder para la obtención y explotación desmedida de seres humanos y recursos naturales. En el siguiente artículo abordaremos los avances en materia de acuerdos internacionales, como el de 1982, Carta Mundial de la Naturaleza.

 

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