SOBRE EL MATRIMONIO IGUALITARIO
ROBERTO CARDOZO
Y AQUÍ EMPIEZA EL ABISMO
El 10 de abril de 2019 fue un día histórico para Yucatán en materia de Derechos Humanos, sin duda. Lamentable, pero histórico. Ese día se votó en el congreso local, el dictamen que haría legal el matrimonio igualitario en el estado, dando como resultado un total de 15 votos en contra, nueve a favor y una diputada que no asistió a la sesión. Desde ese momento se ha venido una avalancha de comentarios cada vez más polarizados y sin argumentos, esto hace que nos obliguemos a plantear nuestra opinión y posición al respecto, procurando mantener un clima de respeto y tolerancia.
Empiezo con lo básico, los Derechos Humanos no se consultan ni se votan, se garantizan y ese día, quienes más deben defender estas garantías, le dieron la espalda a quienes dicen representar. Lo peor, lo hicieron sin dar la cara, sin el mínimo respeto por sus votantes y por la ciudadanía, sin el valor cívico que dicen representar. Esto implica hasta a quienes votaron a favor, quienes debieron exigir la votación abierta, libre y sin compromisos de ninguna índole.
Esto nos habla de que se siguen dando las mismas prácticas políticas, los que ocupan los cargos están pensando en la siguiente rama de la que se van a colgar y no trabajan en realidad en favor de los ciudadanos. Es tiempo de exigir a los servidores públicos que cumplan con su trabajo, no se trata solo de amenazarlos con el castigo en las próximas elecciones, que eso habla también de la falta de madurez de los votantes. Ya es tiempo de votar con un verdadero sentido crítico y no dejarse llevar por las emociones acumuladas.
Una mención especial merecen las personas que fueron al recinto del congreso a rezar. Me causa repugnancia pensar en alguien que le pida a su dios que se atropellen los derechos de sus semejantes. Aclaro, no estoy en contra de las religiones, me dan igual; estoy en contra de las personas que se escudan en las religiones para cometer actos peleados con los Derechos Humanos. Estoy convencido de que todos tenemos la necesidad de creer en algo o en alguien, estoy de acuerdo en que la espiritualidad nos ayuda en muchos momentos de la vida, pero rechazo rotundamente que se utilicen las religiones para hacer el mal a las personas, al menos desearlo.
Este debate va a llevar mucho tiempo y vendrá a remover los sentimientos más profundos de los yucatecos, sus más profundos traumas y saldrán a relucir las peores y mejores caras de la sociedad. Es cierto, no somos iguales y no podemos estar todos de acuerdo, pero sí podemos convivir en un ambiente de civilidad, cordialidad y respeto.
En el mediano plazo veremos más manifestaciones de todo tipo, pero mientras, los matrimonios igualitarios seguirán, aunque por la vía del amparo, extendiendo los obstáculos a los ya de por sí afectados en sus derechos como personas, manteniendo a las minorías, como siempre, como ciudadanos de segunda. Pero estoy seguro que viene una sociedad más tolerante.
Mientras, el trabajo es romper con los pensamientos retrógradas, anticuados e intolerantes. Hay mucha gente trabajando en eso y, por mi parte, haré lo que me corresponda para aprender y enseñar más allá del activismo de ordenador. Es hora de pensar en una nueva sociedad incluyente, respetuosa y acorde con la evolución de los tiempos. Estamos a tiempo. Mi apoyo total al matrimonio igualitario y a las personas que desean casarse de manera digna, no a través de un amparo judicial. El matrimonio igualitario va más allá de que se casen dos personas de igual sexo, se trata de que se casen en igualdad de condiciones como seres humanos arropados por las leyes.