RADIOGRAFÍAS
Susana Casarin: muxes una elección de vida
NORMA SALAZAR
Los zapotecas dominan un sitio especial en Mesoamérica puesto que forman una de las civilizaciones más antiguas y avanzadas, en esta región podemos encontrar algunos de los primeros patrones de gran arquitectura que fueron diseñados y erguidos por ellos. Un estudio antropológico durante la primera mitad de la década setenta encontró que aproximadamente 6 por ciento de la población masculina del Istmo de Tehuantepec estaba compuesta por muxes.
Ahora bien, la región zapoteca del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca se designa muxe (mushe) al género que precisa a un individuo nacido con genitales masculinos que adjudica roles femeniles en cualquiera de los ámbitos social sexual y propio, las personas muxe corresponden a una parte de apariencia, diversidad sexual y de género encontrando en sus equivalentes en términos como travestis, mujeres transgénero, mujeres transexuales; algunos muxes se identifican a manera hombres gay su identidad de género es masculina.
Hoy, nos invade el tema del cuerpo humano adonde se confronta un logro simbólico a través del cual se ejercen consignas de órdenes especulativos en hábitos sin olvidar los referentes sociales y culturales. Sí, a través del cuerpo construimos nuestra imagen, la representación de nosotros mismos con ello establecemos la apariencia como un sistema codificado a través del cual leer o definir una determinada identidad.
La obra de la fotógrafa mexicana Susana Casarin nos acerca a los distintivos de identidad sexual a toda conceptualización e interpretación transformada, sus fotografías son notaciones del mundo aún discriminado al verdadero mundo real que no termina por aceptarse, como tal, cursan un efecto de archivo, es decir, pone en pie mecanismos de personalización con vínculos de semejanza y asimilación. En una comunidad tratada como marginal, estigmatizada por “su disfuncionalidad” en un escenario contextual donde podemos hablar qué el cuerpo es una catadura de orden social y cultural que trastoca una diversidad con “anomalía” asimismo encierra conflictos relativos al debate de género en los últimos años van focalizados con lo transexual, intersexual con sus extremas complejidades.
Casarin, a través de su narrativa fotográfica demuestra “otra vida” habitual de sus protagonistas: Julia, Krystal, Jaky y Mari con un lenguaje más contemplativo e íntimo de la serie Realidades y deseos ha puesto enfáticamente su lente en la fístula de la intolerancia que se vive. Ellas se desenvuelven en total confort porque algunas están cobijadas por sus familias.
El trabajo de Casarin Pliego da claror a todas esas discordancias establecidas de conciencia imputadas hacia el género. La realidad del acontecer a través de cada imagen muestra un enlace que exhibe ideologías abiertas que contribuyen a consolidar nuevas posiciones, no sólo, como una peripecia visual sino también tener un particular perfil al estar a la mira y poder comprender dicha realidad. Otra directriz a su calidad de trabajo es la estética cada fotografía atrapa nuestra visión ocular nos involucra para comprender, sentir aquellos contextos en la forma de aceptación, cada imagen de la serie Realidades y deseos exhibe al otro microcosmo que no conocemos o no queremos conocer. No hemos aceptado ni escuchado, es decir, hemos sido capaces de rechazar al “otro micromundo, la otra verdad vivencial” éstos personajes tan humanos como los demás.
Lucen su estadío afable con perspicaz sonrisas en su rostro cargado de rubor y labios rojos carmesí que roban nuestra mirada a primera vista se embellecen con sus ropajes, texturas coloridas que lucen con altivez y temple.
Esta artista ha dado visibilidad pública a la exclusión de la sociedad también a la falta de atención políticas públicas que sufre la comunidad LGTBI. Casarin con su trabajo fotográfico destaca signos filosos de orden moral, social, religioso, cultural e ideológico asimismo una lectura freudiana pone a pie de fotografía en las comunidades marginales sin olvidar lo más grave, la discriminación.
Otro claro ejemplo, a nivel internacional es el trabajo del fotógrafo Pep Bonet en All Imperfect Things que ha sido merecedor en dos ocasiones al galardón World Press Photo en dos categorías, ha documentado la vida de diferentes travestis y transexuales en las entidades de Río de Janeiro y Fortaleza, Bonet exhibe que a pesar del auge económico durante los años 90 y los magnánimos progresos en numerosos sectores, también allá se ven desiguales injusticias agudas con altos inconvenientes sociales, etcétera.
No hay que perder de vista el trasfondo de la realidad, Susana Casarin con su lenguaje nos habla también del duelo que viven en su intimidad, un espejo estigmatizado, violentado, querer lo otro, lo que no son por naturaleza, es una realidad ajada por la fuerte discriminación, el médico Arnoldo Kraus lo puntualiza cabalmente “Mujeres atrapadas en cuerpos de hombre, personas que habitan o construyen geografías corporales distintas a la propia”
Casarin en esta serie de muxes cavila sobre la metamorfosis del cuerpo majestuoso o que puede ser un daño. El género es una idea que se esgrime en función de la asignación de identidades y representaciones sociales sobre las raíces de dualidad sexual: hombre/mujer; masculino/femenino, enfaticemos: dicho juicio suministra las conductas y posturas sociales/sexuales atribuidos a mujeres y hombres a su vez cada cultura lo instituye acorde a su ideología. Sin embargo más allá de la sexualidad biológica elige el inconsciente un carácter, los dos sexos se manifiestan y se desemparejan. Hoy, la transexualidad como una elección de vida genuina se debe no tanto al cambio corporal que la ciencia médica ha alcanzado ampliar sino a la reflexión incomparable del estado humano que los ensimismados críticos han puesto en la sala de la discusión.
Hombre y mujer no son duplicados arbitrarios de un antecedente biológico ni de una conciencia justa sino que su categoría pende de un enmarañado proceso psíquico que se sustenta, al mismo tiempo el argumento cultura, social, etc que está explícito.
Término ávidos lectores en la confabulación múltiple de la sociedad contemporánea se transponen voces, períodos y propósitos sin dejar pasar las secuencias ambiguas que acomodan su entrelazado múltiple de identidades atípicas que se desglosan de una clasificación opuesta de la discrepancia sexual. El YO se va constituyendo lentamente desde los primeros momentos de nacer poco a poco se va desarrollando, mientras las criaturas crecen para definirlo brevemente el YO es el sentimiento de ser uno y también la representación mental que nos forjamos de nuestro cuerpo, la fotógrafa Susana Casarin nos ha hecho a discurrir y examinar el tema que aún esta prorrogado en los ámbitos de salud, culturales, sociales, políticas públicas, religión, económico y laboral, pero sí viviendo con discriminación.