LA DANZA Y LOS NIÑOS
DESDE EL PARADIGMA EDUCATIVO DEL SIGLO XXI
LUISA ANDREA CANUL BRITO
ESPIRAL EN LETRAS
Entre los paradigmas que encierra el siglo XXI está el relativo a la educación de las nuevas generaciones, encerrado en el enunciado: “Humanizar a la humanidad”. Al descubrir este término pensé en la paradoja tan enorme que existe en esta frase y me cuestioné en qué punto se llegó a la conclusión de que nos deshumanizamos.
No debemos alejarnos de la idea que la sociedad evoluciona y que cada día con los avances tecnológicos se ve disminuida la capacidad de las personas para conectarse consigo mismas. Es así como salen a flote las siguientes preguntas ¿qué educación están recibiendo las nuevas generaciones? ¿qué sucede con los niños actualmente?, pero la más importante desde mi trinchera como profesional de la danza ¿qué influencia tiene la danza en esta concepción nueva de la educación?
La danza siempre ha constituido parte esencial del humano, simplemente porque el movimiento es inherente y es el medio por el cual nos expresamos, eso la hace bella, interesante, significativa porque no necesita palabras para transformas la realidad; con ella se ha buscado la forma de conectar lo terrenal con lo etéreo y/o místico, desentrañando lo más “humano de los humanos”.
Mucho se habla de mundo globalizado en donde la tecnología cada vez adopta un papel primario, se plantean las consecuencias generadas por el modo actual de vivir pero poco se habla del surgimiento de la necesidad del individuo por reencontrarse y conectarse a su estado más primitivo, es por esto que cada día nacen tendencias diversas como yoga, meditación, círculos de energía por mencionar algunas que permiten esa conexión; sin embargo lo anterior ha sido consecuencia de un desorden y no de un hábito, porque no se enseña que el autoconocimiento, el amor y la construcción de un orden emocional deben formar parte esencial de la vida; es justo en este momento donde aparece la danza para tomar importancia y generar conciencia desde diversos enfoques de aplicación de los cuales nos concentraremos en la danza para niños, pero más allá de hablar de los beneficios físicos, sociales, intelectuales o de competencias abordaré una perspectiva holística que permita comprender cómo la danza puede ayudar al niño a tener un crecimiento integral que genere valores enfocados al paradigma educativo de este siglo planteado al inicio, que forje amor propio y empatía.
¿Qué le inyectará a tu hijo recibir una formación dancística adecuada, enseñada desde el amor y la pasión, sin caer en la coerción de ejecutar adecuadamente pasos? En este sentido, desde mi perspectiva y experiencia, en el sentido holístico el acercamiento de cualquier niño con la danza y generada como un hábito permitirá que desarrolle:
-Autoconocimiento: acercando el plano corporal con el espiritual, permitirá que el niño reconozca sus sentimientos y sus emociones siendo capaz de expresarlas libremente.
-Aceptación del yo: podrá reconocerse como un ser único con características y habilidades propias, con un ritmo en sus procesos y capaz de trascender desde sus posibilidades y no en comparación de competencias estandarizadas
-Creación de autoimagen: será capaz de forjar valores y creencias, reafirmándose como ser individual, independiente y autónomo, que exprese y defienda sus posturas pero que al igual logre ser empático con su entorno.
-Manejo de emociones: el niño no solo podrá expresar sus inquietudes, sentimientos y emociones, sino que además podrá enfrentarse a retos externos y del propio yo, que aprenderá a superar y que lo hará más consciente de su posición en el entorno, logrando inteligencia emocional.
La danza al promover la autoconexión del individuo desde lo corporal, espiritual y mental, empodera la idea de regresar a lo ancestral, lejos de la globalización, la tecnología, el individualismo y más cerca de la autoconciencia que le permitirá ser mejores humanos.
¿Consideras ahora la importancia de la enseñanza de la danza para tus hijos? ¿Reconoces lo gratificante, sanadora y productiva que puede ser en su vida?