Veleidades de la Memoria
Sensibilidad Artística en la Demencia
Miguel Gallareta Negrón
Al iniciar el deterioro cognitivo en una persona que vive con Alzheimer, los primeros recuerdos que pierde son los recientes. Olvida, por ejemplo, dónde dejó las llaves o el celular, y en ocasiones desconoce el camino hacia un lugar que ha visitado en contadas ocasiones. Más adelante, su memoria pierde los recuerdos de años atrás y, hasta las últimas etapas, desaparecen los de la infancia y la juventud.
Pero en medio de ese mar de naufragios, cuando la persona ha perdido casi todos sus recuerdos, prevalecen aquellos enganchados a su parte más sensible, los que, en su momento, produjeron en él o ella un evidente impacto emocional y calaron profundo en su corazón.
Con ese conocimiento, cada vez que mamá se desconecta del mundo y me percato, la invito a escuchar sus canciones favoritas, aquellas que la proyectan de manera inconsciente a una etapa feliz de su vida: la de la juventud, el enamoramiento, las grandes amistades que perduraron toda la vida.
En las primeras etapas del proceso de pérdida cognitiva de mi madre, ponerle su música favorita la motivaba a cambiar drásticamente su estado de ánimo. Podía estar triste, ausente o hasta agresiva, y tan solo con escuchar a Plácido Domingo interpretando las canciones de Agustín Lara, su rostro se transformaba y, con una amplia sonrisa, comenzaba a cantar el álbum completo. Había perdido ya muchos recuerdos de su vida, pero la letra de sus canciones preferidas permanecía imborrable en su mente. Poco a poco dejó de recordar las letras completas, y repetía solamente los estribillos más populares de cada canción. Ahora mismo ha olvidado casi todo y ya no repite las letras, pero cada vez que escucha una de sus canciones tan queridas, invariablemente sonríe e intenta comunicarse, seguramente para decir que la música la transporta a un mundo idílico donde los habitantes no necesitan recordar su pasado para ser felices.
Sin duda la canción favorita de todas las que escucho con ella, es «Solamente una vez», de Agustín Lara, interpretada por Plácido Domingo. Ignoro si durante su juventud fue también la melodía que más escuchó, pero me resulta muy significativo que sea precisamente esa canción la que más la motiva.
Y es que ella sólo tuvo una pareja desde los 16 años, con la cual ha vivido hasta ahora 66 años. Mi padre es sin duda su adoración, el único hombre que ha amado en toda su vida y al que, a pesar de su demencia, reconoce como el ser más cercano y confiable. Quizás por eso se complace tanto cuando escucha «Solamente una vez», quizá por eso sus ojitos adquieren un nuevo brillo cuando repite ciertos términos como «amé en la vida», «alma» y «corazón». Porque eso es el Alzheimer para ella, y seguramente para muchos más: un recordatorio de que el verdadero amor nunca muere, que se ama intensamente… solamente una vez.
Sabemos y hemos experimentado el poder de la música en nuestros familiares con demencia. ¿Pero alguno de ustedes ha medido su reacción ante otra expresión artística? Las posibilidades son ilimitadas: muéstrale fotografías de lugares hermosos del planeta, léele poesía o cartas de amor, llévala a recorrer un museo de pintura o escultura, atrévete incluso a apreciar con ella una obra de teatro o una película. En fin, dale a tu familiar con demencia la oportunidad de explorar nuevos horizontes en lugar de solo mirar al pasado. Seguramente te sorprenderé su reacción ante el arte.
Porque a las personas que viven con Alzheimer, como mi madre, les pueden faltar palabras, pero jamás sentimientos, y por medio del arte, expresan las emociones más profundas y honestas.