Miedo de Contraer Alzheimer
Veleidades de la Memoria
Miguel Gallareta Negrón
¿Usted es de los que piensa que la demencia es un proceso normal del envejecimiento? Pues eso es lo que creen tres cuartos de la población mundial, según revela una encuesta cuyos resultados fueron dados a conocer apenas hace unas semanas.
El Informe Mundial sobre Alzheimer 2019 dio a conocer una sorprendente falta de conocimiento global sobre la demencia y, especialmente, un enorme miedo de la gente a contraer esta enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 50 millones de personas en el planeta.
Y es que numerosos medios de comunicación se encargan de presentar la demencia como la enfermedad más temida, como la ladrona de los recuerdos más preciados del ser humano. La periodista Pippa Kelly, en este informe establece que «el estigma proviene del miedo, el miedo genera silencio, que a su vez perpetúa ignorancia y malentendido».
Mi madre vivió su etapa adulta con el temor de desarrollar Alzheimer. Como su abuela. Como su padre y sus tías… Cada vez que olvidaba un nombre o extraviaba una llave, la angustia se apoderaba de ella. «Me va a dar», repetía asustada.
Pero, ¿por qué tanto miedo?
El Informe detalla la magnitud del desafío que enfrentamos, donde las actitudes hacia la demencia, y en particular el estigma, siguen siendo una barrera importante para las personas que buscan información, ayuda, asesoramiento, apoyo e incluso un diagnóstico, impidiendo o retrasando a las personas para poner en marcha planes, progresando a una etapa de aceptación y poder adaptarse para vivir con demencia.
El estigma puede ser evidente; en algunos países todavía está asociado con la brujería, lo que resulta en personas siendo restringidas y aisladas. O puede ser más sutil. Incluso en países con planes nacionales de demencia y campañas de concientización, muchas personas aún aplazan la búsqueda de ayuda cuando se dan cuenta de que algo está mal o simplemente esconden a sus familiares.
El miedo de mi madre, más que a perder sus recuerdos, residía en la demencia sin nombre de su abuela, quien fue recluida en un hospital psiquiátrico, en una época en que el Alzheimer se confundía con deterioro mental de otra índole. Así, la bisabuela se vio obligada a vivir entre lunáticos y paranoicos. Obviamente a mi madre le aterrorizaba la posibilidad de que le sucediera algo similar.
Tiempo más tarde, durante sus primeros años de deterioro cognitivo, el miedo de sus hijos a contraer la enfermedad por la carga genética, desató diversas reacciones en cada uno de los hermanos. Tuvieron que pasar varios años y mucho trabajo de por medio, para que cada uno se fuera acercando a apoyar a su manera y posibilidades.
Después de conocer de cerca los casos de decenas de personas con Alzheimer, me queda claro que hay al menos dos factores que deben unirse para que se desarrolle el Alzheimer en una persona: tener el gen familiar (no todos lo tienen aunque su padre o su madre hayan tenido la enfermedad) y un miedo incontrolable a desarrollarlo. El ejercicio constante y la buena alimentación sin duda ayudan a alejar de nuestras vidas el fantasma del Alzheimer, pero sobre todo contribuye contar con información adecuada de la enfermedad y, especialmente, tener una actitud positiva frente a ella. Los miedos atraen lo que rechazamos. Es mejor dejar que fluyan y se alejen de nuestra vida.