EXILIO PARA LOS COBARDES
GABRIEL AVILÉS
A PULSO DE TINTA
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Yo, no pienso en apariencia pero mi mente abarca las ideas del infinito.
No oigo, así, el viento, cómplice mío, me susurra la melancolía de las horas.
Juzgan mi ceguera, sin embargo, la lluvia con sus transparencias me hace vislumbrar viejos horizontes, de vidas pasadas o de una tarde acurrucado en el pecho de mi madre.
No hablo pero las palabras no agonizan en mis labios, al contrario, se liberan de sus estructuras y divulgan sin titubeos, mi vigilia y realidad.
No tengo control sobre mi cuerpo y pregunto: ¿Acaso el sol se mantiene estático?
La gente percibe sólo lo establecido, mientras en mí, el gozo, efervescencia sin límites derrota sillas de ruedas o cualquier impedimento que decline mi vuelo hacia el mar en su inalcanzable cosmos.
¿Por qué?
Nada puede amarrar a un guerrero a una esclavitud que no le pertenece.
El exilio es para los cobardes que a la primera caída se arropan de fracaso.