De Talleres Literarios e Intervenciones Filosóficas
Mariel Turrent Eggleton
A Través de la Pluma
Me gusta pensar que todo cuanto ocurre en mi vida es, como la literatura, “un sistema, y que hay diferentes formas de relatarla”[i]. Esto de respetar la línea del tiempo no se me da. Mi mente divaga aquí y allá y deconstruye el pasado que son las manzanas y las peras y se aventura al futuro de las perzanas que mutan en persianas y me permiten ver a través de esas rendijas otras posibilidades basadas en lo antes establecido.
Creo que estoy a punto de enredarme. Si el resultado no es el que pretendo, terminaré siendo una cocinera fracasada. Pero, vayamos al lío.
Mientras comparaba a los autores modernistas con los posmodernistas, ha venido a mi mente el conflicto que tuvimos con el filósofo, Carlos Molnar, en el taller de creatividad de Malix Editores que dirijo. Carlos escribió un ameno relato al modo de un entremés cervantino que remataba con un diálogo mayéutico so pretexto de explicar por qué la afirmación popular “cuando te toca, te toca”, no concuerda con su “corpus filosófico doctrinario” y asegurando que, “la frasecita en cuestión sugiere que ya estaba escrito el destino de las ocurrencias, lo que quedaría probado, entre comillas, por la supuesta improbabilidad de su ocurrencia o no-ocurrencia”. En este texto que se va desarrollando de forma lineal —como suelen escribir los autores modernos— el autor agrega que no existe tal lugar donde todo esté escrito y a las pruebas se remite.
Si tomamos en cuenta que yo no soy filósofa sino escribidora, y que me asumo posmodernista —qué diera yo por escribir como Kundera—, le sugerimos terminar su escrito donde termina la parte cervantista y dejar la mayéutica para un ensayo. Pero él se molestó argumentando que lo verdaderamente importante de su escrito era eso y que por ningún motivo lo eliminaría.
Yo no he querido entrar en discusiones filosóficas con Molnar, porque “mi preocupación principal no es la realidad, sino las convenciones y los procedimientos artísticos”[ii] que, sobra decir, son el propósito de un taller de escritura creativa. Sin embargo, en este espacio, me daré el lujo de retomar y enredarme en ellas porque al leer a Fernandez de Mallo, he comprendido con más claridad que Molnar y yo tenemos, como los modernistas y los posmodernistas, “dos cosmovisiones que no se soportan entre sí, pero están destinadas a convivir: la que no admite la existencia de la complejidad de los sistemas vivos, y la que sí”[iii] —la moderna y la posmoderna respectivamente—.
Tengo que decir que, como explica De la Riva, lo mío, lo mío, no es crear algo nuevo, sino reciclar lo que ya existe. En este mundo tan contaminado, no me dejarán mentir, la solución es sin duda el reciclaje. Por eso yo, ahora mismo, tomaré tantos materiales como tenga al alcance los mezclaré y diré algo que aún no sé qué resultado tendrá.
Dice Matei Calinescu[iv] que los escritores modernos escriben desde la hipótesis, y me parece que ese es el papel de mi amigo Molnar, quien basa su hipótesis en la creencia de que “un conjunto de leyes físicas concatena los hechos precedentes”. Sin embargo, yo, que me supongo posmodernista —a reserva de lo que me aportes tú, lector—, opongo, como dice Fokkema, mis «imposibilidades» y mi penetrante sentido de incertidumbre radical, insuperable —Matei Calinescu lo denomina un tipo de nihilismo epistemológico—; pienso que eso es solo una explicación parcial de la realidad, es decir, una de tantas versiones. En palabras simples: “yo solo sé que no sé nada” y dado que soy un simple mortal jamás podré tener una visión extra universal, así que más me vale tomar en cuenta lo dicho por todos los demás.
Y es precisamente esto lo que yo plasmo en mis ficciones: el hombre tiene una capacidad limitada para comprender el universo. Desde el momento en el que sabemos que el tiempo, como lo percibimos, es una condición humana, y que fuera de este planeta transcurre —por decirlo de alguna manera— de otra forma, cuando se habla de libertad humana, determinismo o impredictibilidad histórica, me parece ver al hombre a ciegas cruzar un bosque de noche y afirmar los mil colores que este tiene. Por eso mismo sostengo que, aunque como humano no tengo la capacidad para comprenderlo, de alguna manera todo —las mil probabilidades estadísticas de las que habla Molnar, junto con la libertad humana, el determinismo, lo predecible y lo impredecible— explica el cómo de lo que ocurre.
“Cuando te toca te toca” me funciona a mí para explicar que —y aquí me aprovecho nuevamente de la sabiduría popular, aunque refunfuñe Molnar— “lo que es para ti, aunque te quites y lo que no, aunque te pongas” —ahora mismo pienso en cuántas veces Ramón Bravo fue atacado por los tiburones y a él no le tocó esa gran probabilidad de morir entre sus fauces y sí la, muy poco probable, de morir a causa de una descarga eléctrica en su casa en Isla Mujeres—.
Pero dejando atrás mis divagaciones y regresando a lo que me compete, que es la escritura moderna y la posmoderna: desde mi punto de vista, tanto Molnar, como yo, y cualquier otro artista, nos preocupamos por el cómo de todo cuanto ocurre. Concuerdo con De Mallo cuando dice que el porqué es algo que solo puede explicar un ojo divino situado fuera del sistema —una mirada imposible—. Los mortales nos ocupamos por mostrar el cómo ocurren las cosas y aunque hay diferentes formas de hacerlo, nadie tiene una visión que escape al principio de relatividad. Todos vemos las cosas desde nuestro punto de vista y desde ahí explicamos lo que vemos. Aunque no estoy de acuerdo en concluir un entremés cervantino con un ensayo filosófico, no pretendo desmentir las teorías filosóficas de mi amigo; mi visión relativista me hace creer que todos tenemos una parte de la verdad, incluso quienes dicen “cuando te toca te toca”. Todos vemos a través de nuestras persianas y si resultó al final de tanta palabra revuelta que soy más una cocinera fracasada o que una escribidora posmoderna, dependerá de dónde está parado el que me está leyendo.
Pd. Si me dices que no has entendido nada, citaré nuevamente a De la Riva y te diré para los posmodernos ningún texto literario es comprensible fuera de su relación con otros textos. Este texto no es autosuficiente. Así que será mejor que leas a los autores citados y me des tu propia versión.
[i] Fernandez de Mallo, “Por dónde empezar”.
[ii] De la Riva, “Modernidad v.s. Posmodernidad”.
[iii] Fernandez de Mallo, “Por dónde empezar”.
[iv] Matei Calinescu, “Cinco caras de la modernidad”.