ENTRE TODAS LAS ERAS
GABRIEL AVILÉS
EPÍLOGOS DE LA MEMORIA
Un té,
cigarros a medio apagar,
el ying y el yang unificando el cosmos,
susurros, lágrimas, sonrisas a medio nacer,
una mujer se libera de su tempestad,
un náufrago encalla en su rostro,
ambos predecibles, amorosos,
sin descanso aman con el ímpetu del nocturnal
que cuida nuestro dolor, y
desintegra sin vehemencia,
ermitaños hasta el fin de todas las eras,
eras aciagas, ávidas de morir
en el ruido de las viejas locomotoras
mientras los te amos condicionan
la púrpura doctrina del infinito,
y ellos, la mujer y el náufrago
lapidan el manto estelar de las cosas.