¿Muere la Iglesia Católica?
Gloria Chávez Vásquez
Letras sin Fronteras
¿Se autodestruye la iglesia católica? ¿Estamos cometiendo suicidio los católicos? ¿Desaparecerá el cristianismo?
La Iglesia Católica se encuentra en una crisis tan grave como en sus comienzos, cuando se torturaba y se mataba a los cristianos por el solo hecho de serlo o profesar una religión distinta a las conocidas hasta entonces. En los países islámicos donde el yihad declarado al cristianismo es histórico, cientos de miles mueren torturados, inmolados, decapitados por no renunciar a la fe cristiana. El número de iglesias atacadas, o destruidas en ciudades tradicionalmente católicas como Paris, va en aumento.
Es obvio que la prioridad del enemigo anticristiano, tanto dentro como fuera, es desanimar a los creyentes y eliminar a los más fieles y leales a su fe. Las manipulaciones del “Nuevo Orden Mundial”, contra los principios morales de una religión que esa elite tacha de peligrosa, la propaganda comunista para desacreditar y socavar una institución que ellos consideran su némesis, los tejemanejes de los infiltrados de la izquierda solapada en la iglesia y los medios de comunicación, es un milagro que aun haya personas que respondan públicamente por sus creencias. O que en algunos sectores, la fe y la lealtad sean más fuertes que nunca.
El abandono de las prácticas morales en el hogar, la eliminación de la enseñanza en los centros educativos, la pérdida del respeto al decálogo, pilar de orden y justicia, la falta de liderazgo honesto en la iglesia, han logrado hacer mella en la institución que fuera una vez guía y fuerza social y cultural en la civilización occidental. No es de sorprender que la vocación de lo sagrado haya disminuido de manera alarmante en nuestro tiempo y que la iglesia de Cristo este siendo atacada por dentro y por fuera. Por fieles e infieles.
El dilema del abuso sexual y la corrupción dentro de la iglesia ha sido aprovechado al máximo por sus enemigos, aunque el mismo abuso exista en todas las instituciones humanas. La pedofilia existe entre rabinos, ministros protestantes, monjes taoístas, zen y budistas igual que entre padres, maestros, médicos, arquitectos, entrenadores, y una larga lista en el directorio de actividades. Muchos de los abusadores no tienen más vocación para sus oficios que la certeza de estar en un lugar donde poder encontrar victimas para saciar su degeneración sicológica. Pero el hecho es que los escándalos entre sacerdotes hayan tenido lugar en un estamento que se considera sagrado, ha significado una puñalada mordaz y traicionera para la iglesia de Cristo. Una iglesia llamada al sacrificio, la compasión, la sabiduría y la guía espiritual.
Mientras en el Islam el adoctrinamiento alcanza niveles fanáticos, en gran parte del mundo occidental los cristianos, decepcionados, reniegan de su fe, y ya no toman en serio ni sacramentos ni mandamientos. Lo sagrado ha pasado a ser profano, el pecado ha dejado de serlo, la droga es el nuevo dios, y el placer instantáneo es la nueva ley. Como si el alimento espiritual no fuera ya necesario en nuestras cada vez más agobiadas vidas. Las iglesias están vacías o cerradas por temor a los sacrílegos. En muchas ya no hay párroco y los pocos que quedan, deben oficiar en múltiples altares. En el ministerio, los diáconos o los mismos fieles han reemplazado al sacerdote. En Italia, la sede del pontificado, acaban de cerrarse los últimos conventos de clausura.
La decadencia del culto en la iglesia católica ha sido atribuida particularmente a las reformas radicales que tuvieron lugar en el concilio vaticano II cuando prácticamente se eliminó la simbología de la liturgia y se adoptó el relativismo en la verdad y la fe. Desde entonces, muchos servidores de la santa madre iglesia se dedicaron a una especie de socialismo que nada tiene que ver con la caridad o la compasión cristinas. En sus mas desolados momentos han fomentado la envidia predicando las ideas marxistas. En la actualidad, el liderazgo eclesiástico revisa dogmas y doctrina para complacer la corrección política. La biblia ya no es el libro por excelencia y sus versiones se multiplican. El papado se ha aliado con movimientos políticos y la banca y ha olvidado su misión espiritual. Entretanto el Papa se reúne con dictadores y el vaticano es investigado por lavado de dineros, producto del enriquecimiento ilícito.
¿Alguna duda de por qué el abandono mutuo de pastores y rebaño? El factor común es la confusión. La falta de confianza en el clero ha hecho que los creyentes se unan a denominaciones más cristianas en sus prácticas y enseñanzas.
¿Alguna esperanza de salvación de nuestra iglesia en esta tierra? Por cierto, como en toda solución posible, es una de aparente contradicción. La renovación dentro de la iglesia va unida al regreso a las tradiciones, no a su repudio. En eso la iglesia ortodoxa ha dado ejemplo a la católica, de solidez y aplomo. Las reformas no son necesariamente exitosas. Especialmente en una religión donde cuando existe un mensaje claro y sencillo como el de Jesús: No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Lo importante de una reforma en un edificio que se pudre, es la renovación. Las enseñanzas cristianas prevalecen, porque las de Cristo no cambian con los años. Más bien deben aplicarse a las necesidades espirituales actuales, como son los valores éticos y morales, el respeto al prójimo y a la vida.
Aunque muchos no lo acepten, la tradición filosófica occidental heredó de las culturas orientales como la china y la hindú, la sabiduría espiritual, (hay evidencias documentadas de que Jesus vivió varios años en la India). El hecho no está reñido con la doctrina de nuestra iglesia. Por el contrario, es una muestra de que las leyes universales son instintivas y se manifiestan a través de la fe. Y como rezan dos propuestas básicas condensadas en la filosofía espiritual china: La naturaleza del ser humano es buena hasta que sus deseos se frustran. Esa es la raíz del mal.
Carl Jung, Mircea Eliade y Joseph Campbell examinaron meticulosamente el problema de la religión, para concluir que el ser humano necesita de su fe, creencias y rituales. Que en nuestra vida, la simbología es tan necesaria como el oxigeno. De ahí que a falta de religión, el ser humano se aferre a las supersticiones. El vacio de reverencia en el corazón a una presencia creadora y a su representación aquí en el planeta, equivale a un desierto donde nada germina. Donde se muere de sed, de inanición que termina en las actuales alucinaciones que desesperan y enloquecen.
¿No es ese acaso, el estado actual de nuestra sociedad? ¿Cuál entonces es la respuesta de la iglesia? Y ¿cual la de nosotros los católicos?