Pastilla Letal
Roberto Cardozo
Y Aquí Empieza el Abismo
Desde el nacimiento de la humanidad, los seres humanos estamos fascinados y aterrados con la idea de la muerte, tanto, que muchas religiones han intentado, no descifrarla, sino ofrecernos un paliativo ante inminente destino. Si bien, no sabemos qué hay después de la vida, sabemos que la muerte es el final de esta como algo tangible y como los individuos físicos que somos.
Desde hace algunos años, este tema se ha venido incluyendo en las agendas políticas, en forma de propuestas para legalizar la eutanasia y la muerte asistida, en distintos países. Holanda es uno de los que están en estos días de nuevo en las noticias, desde que se corrió el rumor de que se legislaría para buscar que las leyes permitan a quienes deseen, conseguir una “pastilla letal” cuando se sientan cansados de vivir y ya no quieran continuar con sus vidas.
A partir de esta noticia, he leído un sinfín de comentarios a favor y en contra de esta situación, en los que se pueden notar cómo las opiniones están muy divididas. Por supuesto, lo genial de las sociedades es que haya pluralidad y diversidad, aunque me ha tocado leer comentarios que rayan en el fanatismo y el fascismo religioso y moral.
En todo caso, quienes apoyamos la idea de poder tener la decisión de continuar o no con nuestras vidas, sin que se siga estigmatizando el suicidio o la eutanasia, no lo hacemos con el afán de sentirnos superiores o “retar” a dios. En todo caso, como en algún comentario leí, si debemos dejar que, si dios no trajo al mundo, sea él quien nos lleve, ¿por qué buscamos asistencia médica cuando nos enfermamos? ¿No deberíamos también aceptar que dios nos ha enviado una enfermedad para hacernos morir?
También me ha tocado leer que las sociedades no deben abandonar a sus viejos, aunque sabemos que la realidad es otra, cada vez que hacemos un recuento de nuestros viejos y nos damos cuenta de las dificultades que tienen que pasar mientras esperan pacientemente que les llegue el día de partir.
Se podrían enunciar cientos de argumentos por los que no se debe legalizar el uso de una pastilla letal, pero todos enfocados en este temor velado de dios y esa idea de que la vida es eterna y solo se trasciende a otras dimensiones. Pero la reflexión tiene que ir más allá, en el sentido de hacernos preguntar qué tanto necesitamos para vivir con dignidad nuestra edad adulta y cómo reconocer que ya estamos cansados de vivir, por lo que la mejor opción sea obtener una ayuda para partir de la manera más digna posible.
Al final de cuentas, todo se trata sobre los derechos humanos y el derecho a una vida digna. Nietzsche decía que uno debe morir con orgullo cuando ya no pueda vivir con orgullo y es precisamente esta máxima que me identifica e identifica a quienes estamos a favor de que se legisle evitando agujeros legales, buscando que se represente a la mayoría de las personas y que todas las personas puedan elegir cuando dejar este mundo.