RADIOGRAFIAS
RAÚL RENÁN SOSEGAR LAS EDADES
NORMA SALAZAR
Feliz cumpleaños, mi niño Renán
abrazos con guiños hasta tu morada.
Tu NORMANDÍA
Sentados en nuestra mesa de siempre en el restaurante La Prosperidad de la calle Durango #270 en la colonia Roma Norte, Raúl Renán tres veces a la semana me pedía llevar mis dos grabadoras de reportero porque al terminar de comer me contaría su retorno de vida. Así, recuerdo la primera petición. Para mí fue siempre Todo un Señor, educado a la antigua pero a su vez moderno para reconquistarme todos los días. Le fascinaba el timbre de mi voz se volvía muy risueño cuando lo nombraba Mi Niño Renán acompañado por mis guiños castaños, inmediatamente me abrazaba y correspondía con un beso. Los últimos cuatro años (2013-principio del año 2017) de su vida nos pasamos grabando, insistentemente me recordaba antes de salir de casa que no olvidará mis grabadoras para conectarlas fueran estos desayunos, comidas, cenas.
Asimismo realizamos infinidad de viajes por auto, avión, autobuses; viajes nacionales e internacionales en nuestros breves descansos era grabar en lobbies del hotel, caminatas interminables en fin, sus momentos súbitos serían exactos para escucharlo, grabadoras en mano, imágenes miles vienen a mí rostro. Tuvo una larga vida sobresaliente de experiencias avasalladoras me sorprendía su aguda reminiscencia, tenacidad por recordar aquellos momentos significativos de sus años infantiles, juveniles. Raúl Renán X González tenía tatuado los años más crudos a partir de los cinco años como él lo expresó “Mis primera cicatriz que llevo marcada Normita fue el abandono materno, aún lo recuerdo te platicó, pero antes, prométeme que contendrás tu llanto no quiero ver tus ojos color miel que deslicen lágrimas en tu rostro, por favor, resiste mi amor debo contártelo, si”
A continuación algunos pasajes grabados con su voz calmada .Cada vez que deseo escuchar el timbre de su voz mis oídos lo celebran.
(Raúl Renán grababa una hora con breves descansos)
Las grabadoras señalaban el conteo de los segundos nuestras manos fuertemente entrelazadas, sentí su apretura, observé su cristalina mirada, segundos de silencio.
-Me tomó de la mano mi Mamá Mercedes González caminos un largo trayecto no olvido su voz en lengua maya. Pensaba en voz alta contestándose a sí misma en ciertos momentos, me veía sin decir nada, sólo sonreía le correspondía también. Volvía a mirar hacia adelante caminábamos rápido, íbamos casi corriendo más bien yo. Ahora entiendo al paso de mis años porque la forma de mi andar (sonríe con su filosa mirada), llegamos al final de la ciudad, en aquellos años, nena, Mérida estaba conformada por barrios, cuatro barrios muy distintos. El barrio de Santa Lucía, San Juan, Santiago y San Sebastián, éste último un barrio de indígenas mayas muy pobre. Ahí, decide mi madre dejarme o mejor decirlo con todas sus letras abandonarme con un matrimonio, él era peluquero y ella ama de casa. Para mi mamá era importante alejarme del barrio de Santa Lucía. Un barrio con una economía estable, ya te imaginarás una campesina maya con tan sólo 16 años ingenua trabajaba de ama de casa. Su patrón era mi padre de origen italiano y comerciante tenía su familia, deciden irse de Mérida por el escándalo en aquellos años tan marcado en provincia. Mi madre no sabía que hacer conmigo no podía trabajar sin preocuparse por ser yo muy pequeño. La única opción que tuvo por mí bien, según ella ¡A BAN DO NAR ME!
(Me dice deletreando como si fuera una clase de gramática en voz alta, acto seguido me sujeta la mano porque observa mi reacción estoy a punto de llorar, no logró contenerme no puedo respirar no dejo de llorar, se levanta y me abraza)
Raúl me pide serenarme, las grabadoras continúan prendidas el barullo de los comensales a nuestro alrededor, trato de calmarme pido que me suelte para ponerme mis lentes oscuros. Reanuda la charla a voz pausada. “Nena, no es una entrevista es una de miles conversaciones que quiero que grabes, escuches mi voz es mi deseo por ser tú, la mujer con he decido pasar el resto de mi vida. Tu infancia solitaria como la mía pero en distinta situación económica; crees que no lo sé porque tu horma me lo dice todo, tu calzado, el vestir y, tu forma de platicar, gesticular, hablas con tus manos y tu mirada”
Otro momento amable lector que deseo compartirles sucede en Chile una tarde con el cielo aborregado teniéndolo por testigo y Raúl con el cabello alborotado afilaba su garganta.
(Mirada fija sin dejar de abrazarme mi cintura se recarga en uno de mis hombros)
-Nena, recuerdas cómo me presenté ante ti, con acta en mano leíste mi acta de nacimiento señalándote el nombre de mi madre: Mercedes González originaria de Valladolid cercana a la ciudad prehispánica de Chichén Itzá. Lo hice por temor a tu rechazo, tenía que demostrarte que sí tuve un origen. Estabas rodeada de mis amigos en aquél entonces eran tus maestros, uno de ellos Samuel Gordon Listokin.
Perfectamente recuerdo aquella tarde en la cafetería de tu facultad, te colocó enfrente de mí, el doctor Gordon. Volví a presentarme formalmente en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, acto seguido, argumentó el doctor “Es un tipazo” tu intempestiva carcajada y nosotros ¡Qué barbaridad! reaccionamos tardíamente mucha pena me dio, me comporté como un adolescente, fui un bruto no parabas de reír.
Pero esa tarde me dije para mis adentros, el tiempo que me quede de vida, sería para estar contigo. Te conquisté me hiciste ser más joven de lo que ya era. Mi cortejo fue por un año, sí, tu viaje ya estaba programado, siempre la partida, el abandono me persiguió pero ¡Tú no!, no lo permitiría. Te demostré mi paciencia con espera fiel porque decidí que serías mía. Aceptaste cartear conmigo, hablar por teléfono en cierto tiempos como dos intrépidos amantes a salto de mata como la pase muy mal, soy muy desordenado con los tiempos cuantimás con los horarios internacionales, la sude en serio, tuve que pedir un asistente Baruch para comunicarme contigo y en italiano. Te esperé, te recogí en el aeropuerto, regresabas con aroma de Roma.
(Aclaro lector, todas esas cartas me las devolvió a su tiempo, las que le envíe como las que me escribió con sus dibujitos)
Normita, te dije el origen como coloquialmente se dice “infancia es destino”, la contra posición de nuestras historias inermes, me confirmabas por causalidades. Recuerdo aquellas primeras salidas afirmábamos nuestras vivenciales. Una cosa puntual es el qué las vive otra el qué las escucha, sentenciábamos contundentemente.
Queridísimo Raúl Renán, te confirmé: Papá hizo el rol de mamá como EL TODOPODEROSO le dio entender soy feliz porque se esmeró. A contracorriente tuvimos conflictos como todos pero estoy aquí, así como tu tutor te formó. Eres un hombre correcto, padre de cinco hijas, abuelo y éstas conmigo.
El tiempo te dio muchas vueltas querido Raúl Renán te contesté después de esa primera grabación no olvido el color de aquella tarde; estabas tan absorto muy consciente por aquél el momento, contármelo no como una charla de confesión, sino compartir TODO tu ser siendo yo tu compañera, cómplice y confidente sentimental. Me enfatizaste que ya lo habías dicho en una de tantas entrevistas pero aquella ocasión sentías la necesidad de platicármelo como tiempo atrás con tu amiga Myriam Moscona esa entrevista tendría un futuro el libro titulado De frente y de perfil y para el Canal 22. Fue con ella por primera vez que te sentiste aliviado para ti fue la mejor entrevista que te hayan realizado me comentabas por su soltura y profesionalismo de tocar estos temas, compartiste todas las desventuras.
Ahora, más tranquila después de tres años de tu partida entiendo, no sólo, era grabar sino era mi obsequio con una responsabilidad profunda y tu confianza que me depositaste. Tengo muy clavado en mis pupilas tu mirar de agua pura. Fueron más de veinte años de convivencia y aprender con Raúl Renán para su servidora fue una travesía de vida, mi primera etapa de juventud. Vivimos a contracorriente con valentía rompimos tabúes, encallamos nuevos puertos infectados de hipocresías e insolencias mundanas por ciertas sociedades “moralinas” y “según amistades de parte de él” que se jactaban con habladurías a sus espaldas, realmente NUNCA LOS TOMAMOS EN SERIO, más yo una joven con tan sólo 19 años pero muy FIRME para combatir diplomáticamente ballestas de las féminas y hombres. Muchas batallas por la diferencia de edades (más de 40 años), callando sus leprosas lenguas. Acordamos no vivir juntos porque Raúl había resistido separaciones con sus anteriores relaciones; la primera de su joven compañera procreando dos hijas (Gemelas) no las olvidó, una de ellas le dio su primera nieta que heredó el amor por la escritura poética, sintió mucho orgullo más por ser yucateca. Después el único matrimonio con el tiempo se divorciaría procreando tres hijas y dos de ellas lo hicieron abuelo por segunda, tercera vez cuatro nietos (dos niñas y dos niños). Con estos antecedentes acordamos, por supuesto, desde el primer momento tener una relación independiente un compromiso sólido como si realmente hubiéramos firmado “el famoso Contrato Social”, en reuniones laborales, sociales siempre me presentó como su esposa, trate de desempeñar ese rol, aprobado también por mi padre, ambos tuvieron una relación cordial con mucho respeto. Cumplimos perfectamente por ser dos seres totalmente independientes, maduros conscientes de nuestras vidas con una enorme responsabilidad y mutua confianza.
Él me preparó correctamente para su desenlace y dejé que caminará hacia su nueva morada.
Termino ávidos lectores. Estos pasajes que el poeta emeritense me grabó en sus últimos cuatro años de vida que sigo (re) escuchando su voz, su esencia de hombre-niño feliz. Fue uno de sus tantos regalos, sus excelsos años, un libro que en cada línea me aclamó su amor, anclado en NORMANDÍA (dos ediciones) mi rostro dibujado por uno de sus queridísimos amigos, el pintor Gabriel Ramírez pero sobre todo UNA VIDA EXTRAORDINARIA le agradecí en cada momento que tenía oportunidad, me miraba con ojos llorosos de felicidad; abrazándome, contestándome al oído “He sido afortunado por tenerte muy agradecido por dejarme ser parte de tu vida” Raúl sigo transcribiendo el eco de tu voz y afirmando como te lo hice saber: Yo sabré ¿Cuándo?, ¿Cómo? En qué momento narrar tu infancia, juventud y nuestra historia.
Estuvimos ambos de acuerdo, depositó toda la responsabilidad en mí con una cómplice sonrisa, asimismo me redactó una carta con sello firmada con su nombre correcto y completo autorizándome narrar nuestra historia como otras cosas en parte su archivo.
– Normita mi compañera de mis últimos años, ¡No me abandonaste!
Foto de Pascual Borzelli Iglesias