Predicción o proyección
Mariel Turrent Eggleton
Las acciones de los hombres son las mejores intérpretes de sus pensamientos.
James Joyce
A los seres humanos nos encanta inventar historias. Historias que repiten el pasado que cuentan diferentes versiones de lo que ocurrió o versiones de lo que pudo haber ocurrido, pero también inventamos historias de lo que podría pasar. Historias de futuros apocalípticos, donde la humanidad se ve exterminada por diferentes causas. ¿Cuántas películas no hemos visto de este tipo? ¿Cuántos libros no hablan de futuros caóticos?
Sin ir más lejos, la película española “El Hoyo”, primer largometraje del director Galder Gaztelu-Urrutia muestra una cárcel futurista en la que existen 333 pisos con un hoyo, en el centro, por el que desciende una plataforma (en inglés: “The Platform”) que alimenta a quienes habitan cada piso. La película viene al caso en estos momentos porque los pisos son una metáfora de los diferentes niveles en los que nos hemos ido separando los seres humanos, y nos muestra cómo los de arriba, no son empáticos con los de abajo y viceversa. Nunca piensan en los demás y solo quieren acumular comida para sí sin pensar que esa comida tiene que llegar hasta los de abajo. Eso mismo lo vemos en la vida diaria, y de forma más evidente en estos días, cuando el abuso de las personas ha provocado el desabasto de los supermercados.
Otro ejemplo es “Black Mirror” una serie antológica británica de ciencia ficción distópica creada por Charlie Brooke. En el capítulo “Nosedive” los seres humanos viven aterrados tratando de conseguir “likes” de otras personas pues esto los va clasificando y los hace acreedores a recibir o no ciertos beneficios. Esto ya también es una realidad, al igual que tantas otras historias que hemos imaginado y que tarde o temprano empiezan a llegar.
Lo que estamos viviendo a veces me parece que es la proyección de todas estas historias que hemos inventado, a sabiendas de que somos la plaga más dañina que existe en el mundo. Una plaga que ha ido acabando con la naturaleza con los recursos naturales y que incluso trata de exterminarse a sí misma. Una plaga que se adapta, sobrevive y continúa devastando todo lo que sale a su encuentro. Lo curioso de todo esto es que los humanos nos damos cuenta de ello. Lo hemos narrado tantas veces. Era fácil predecir lo que estamos viviendo. Las epidemias no son cosa del futuro, sino del pasado. Esto mismo ya había sucedido en 1918. También sucedió en 2009 cuando se extendió la influenza. Tal vez ya no lo recordamos, pero también cerraron los centros comerciales, los restaurantes, los hoteles. Pero ya lo hemos olvidado. Por eso a los hombres nos gusta contar historias, una y otra vez, para no olvidar, para recordarnos quienes somos. Pero por qué no empezar a contar historias de júbilo, de gloria, de bienestar para el mundo. ¿Por qué no la ciencia ficción puede ser alentadora, por qué no imaginamos un mundo en el que esta epidemia nos transforma en algo maravilloso? ¿Por qué no puede matar la corrupción, la injusticia, la violencia? ¿Por qué no de pronto el ser humano respeta y convive en armonía con la naturaleza?
No sé si son predicciones o proyecciones, pero me gustaría imaginar que todas las historias que contamos pueden volverse alegres y materializarse. Me gusta creer que podemos cambiar y dejar de ser, la plaga que debe desaparecer para que el mundo vuelva a respirar. ¿Por qué no empezamos a contar ese tipo de historias? ¿Por qué no dejamos que nuestras acciones interpreten nuestros magnánimos pensamientos?