Todo Queda Entre Familia
Mariel Turrent
A Través de la Pluma
Hoy en día, hablar de pureza en cualquier arte nos remite a un retroceso, las artes se han ido enriqueciendo unas a las otras, y las adaptaciones son sin duda nuevas obras de arte que si bien han tomado como pretexto una obra ya existente, la han transformado y nos presentan algo, una nueva creación que en ningún momento tiene por qué traicionar a su antecesor sino que lo lleva a públicos nuevos, que tal vez desconocen el origen, pero regresarán a él y lo mirarán con nuevos ojos.
Dice André Bazin:
“Cuanto más importantes y decisivas son las cualidades literarias de una obra, tanto más la adaptación modifica el equilibrio y exige un mayor talento creador que reconstruya según un nuevo equilibrio, no idéntico pero equivalente al antiguo. Considerar la adaptación de novelas como un ejercicio para perezosos en el que el verdadero cine, el “cine puro”, no tendría nada que ganar, es un contrasentido crítico desmentido por todas las adaptaciones valiosas”.
Actualmente es prácticamente imposible que escritores y cineastas no se influencien mutuamente. Aunque existen diferentes generaciones, todos venimos de la misma familia y contamos historias. Los de esta generación, tal vez más que nuestros abuelos, vivimos la era de las imágenes visuales, los escritores ya no pueden explicar porque, como bien lo dice Coral Cruz, el guionista padecería una peligrosa tendencia a la exposición y poco apego a la dramatización. En el caso del escritor el diagnóstico no sería muy distinto, el escritor debe dominar el uso de lenguaje, construir a través de imágenes, perseguir la literariedad. Y por si eso fuera poco hay que hacer lo mismo que los abuelos, pero diferente. Porque eso sí, hay que ser originales. Y eso es lo que veo actualmente en los nuevos autores, un retrato de su realidad, de eso que ven a través del filtro de su mirada. Pere Gimferrer dice en su libro Cine y literatura que “Como una estatua de dos rostros, el cine nos enfrenta a la realidad y nos sustrae a ella” me parece que esto mismo sucede con la literatura, nos permite adentrarnos en la realidad de otras personas y alejarnos de la nuestra a la vez que estas otras realidades, nos acercan un punto de vista diferente al que vemos desde nuestra perspectiva. Diferentes generaciones, diferentes tiempos y técnicas, diferentes enfoques pero todos somos de la misma familia.
El cine resulta un mecanismo ideal para transmitir las ficciones, mas no por eso deja de ser un arte en sí mismo. La función del cine en tanto que arte, es crear algo nuevo, y todas las artes crean a partir de materiales existentes. No es plagio, porque sus técnicas, su visión, su proyección y sus intenciones son distintas. No pretenden hacerse pasar por su origen sino mostrarlo de otra manera. Sin embargo, ya sea literatura o cine, ambos dejan de ser arte cuando sus intenciones son meramente comerciales, y de entretención. Ahí la literatura cae en la fórmula del bestseller y el cine en las películas taquilleras. Sin satanizarlas. Me refiero únicamente a que su objetivo es distinto; la libertad consiste precisamente en eso ¿no?, en que cada uno (creador y público) pueda elegir su camino.