RADIOGRAFÍAS
El Periodismo y la Literatura
NORMA SALAZAR
Heródoto, el maestro y precursor del reportaje, un griego sabio primer periodista de investigación; reportero de guerra, sus narraciones sobre las Guerras Médicas son un claro ejemplo en la Historia, Periodismo y la Literatura fusionó una sólida obra. Tucídides, Jenofonte y una larga lista de ejemplos a través de los siglos. Todos ellos construyeron con sus crónicas y sus novelas la historia del periodismo y de la literatura. La simbiosis entre literatura y el periodismo ha sido inquebrantable para ejecutantes con talantes quienes han cultivado ambas funciones desde hace siglos; George Orwell, Ernest Hemingway, Truman Capote por mencionar algunos. Coexisten escritores que cuentan con un pretérito de vivencias agridulces con alta dosis de catarsis ejercieron la profesión de corresponsales de guerra como el español Arturo Pérez Reverte, el cubano-mexicano Rubén Cortés.
Afirmó en aquella época histórica el magnífico Aristóteles “Todo el mundo tiene la tendencia natural a adquirir conocimiento” Saber de buena tinta la jerarquía del ojo del reportero, respetuoso, agudo, observador de lo invisible que obtiene el otro rostro de la cara; un asombro, una sorpresa determinante el otro fenómeno minúsculo apremia con ser lo más trascendental. Sin embargo, el problema es que para observar lo que es más esencial, uno tiene que estar en el lugar exacto con el tiempo apremiante. Por ello, un excelente reportaje es tan distinguido en el mundo contemporáneo. El lenguaje ordinario se esgrime con la alineación que destinamos en los medios de comunicación, hasta cierto punto es muy menesteroso y repleto de procederes. Por esta consecuencia literaria enormes áreas de la realidad que se esgrimen se topan fuera del ámbito descriptivo, por concerniente los mensajes con técnicas son inhábiles de transmitir. Déjeme, reiterar en las siguientes líneas la crónica: es ineludible fusionar lo visual subjetivo con una experiencia transubjetiva en este sentido, una experiencia agrupada, es de importancia trascender sencillamente en lo subjetivo y enlazar en momentos oportunos y, a veces súbitos un ángulo inesperado con una utilidad colectiva. Aquí, quitar la máscara del lado clandestino o poco verificado de los aconteceres y poder transmitirlo al público. No debemos, dejar entre renglones que para escribir una buena crónica, no precisamente se necesita talento y fina pluma, déjeme nuevamente enfatizar, se necesita una gran dosis de capacidad de observación de la realidad y de cierta disciplina de la mirada. Sin olvidar una ardua disciplina, como lo narra el novelista Rubén Cortés en Crónicas de guerra Afganistán e Irak en el frente de batalla. (Ediciones Cal y Arena, 2003) Un vaso de agua fresca
“la madre de su hijo le pidió el vaso de agua, por supuesto que se lo negó.
Jamás, bajo ninguna circunstancia, una mujer puede pedirle algo a un hombre.
Así es en Área Tribal, una lengüeta de abismos que hace un tramo
de 300 kilómetros de frontera entre Pakistán y Afganistán. Allí los acontecimientos
impuros no son la nata de moscas que cubre la mesa mientras uno come
kabbat, las bolitas de carne de cordero con arroz amarillo, el plato predilecto
de sus habitantes. Más impuro es, por ejemplo, usar la mano izquierda
para comer, saludar o servir alimentos porque no es pura:
está destinada al aseo anal.”
¿Qué es el nuevo periodismo?, cercenemos como diría Norman Mailer, cuyos escritos pasean en el borde de la ficción y la crónica periodística. “El nuevo periodismo”, se desarrolla en una pauta escrita en que los eventos genuinos; historias y accidentes verídicos se relatan con un lenguaje dominante de reacciones personales del escritor sin olvidar las opiniones. A veces se utilizan otros elementos como la descripción de tonos del colorido, sea en objetos, hábitat, etcétera. Esta mixtura creativa y ennoblecida forma como técnica de comunicar y contar, es lo que nombramos un reportaje literario, un breve ejemplo descriptivo en La gente come pasto seco
“La frontera de Pakistán con Afganistán es un paisaje agreste, casi lunar,
entre montañas peladas de 1 500 metros de altura y donde no llueve
desde hace tres años: la gente vive en cuevas abiertas a pico en las laderas
y quien tiene una chiva tiene las minas del Rey Salomón”
En el periodismo narrativo podríamos definir amable lector que es la otra mirada literaria, una forma de contar y abordar las historias atrás de éstas historias, una buena nota de periodismo narrativo, es decir, el trasfondo de los protagonistas con sus recovecos de los hechos, acontecimientos sean estos religiosos, políticos, culturales, históricos, geográficos, etc.
La crónica extrae la cabida para narrar a través del mundo de los personajes y crea una utopía de vida para ubicar al lector en el centro de las adversidades; del reportaje, los datos inquebrantables. La realidad se encuentra afuera y, está en un espacio temporal para contar un relato deliberado con un final que lo justifica. Eliseo Alberto, escribió el prólogo de éstas Crónicas de guerra Afganistán e Irak en el frente de batalla, con el título El aire contaminado por la pólvora
“El arma de un reportero es la mirada; para dar en el centro del blanco no basta,
sin embargo, alinear el oficio a la pupila, la pupila a la mira y la mira al objetivo principal,
antes de apretar el gatillo de la cámara, pues no se trata sólo de merecer una medalla
de oro, plata y bronce en el campeonato de las primicias noticiosas, también remuneradas
por los patronos: un buen reportero es bueno si también sabe ver a lo ancho con el rabillo
del ojo y percibir a vuelo de pájaro el dolor de lo roto bajo la metralla, el brillo de la vida
entre los humus del desastre: lo mismo un niño desamparado o un hilo de sangre
o un perro tembloroso. Ser testigo, para mí, es tan o más importante que ser
protagonista”
Termino ávido lector, aunque son océanos disimiles el periodismo y la literatura están unidos por playas de similitudes que aportan diversos acontecimientos y enfoques.