El Espejo
Roberto Cardozo
Y Aquí Empieza el Abismo
Como alguien que disfruta las imágenes capturadas a través de las lentes, en diversas ocasiones me he topado con el análisis de la mía reflejada en las propias fotografías o a partir de observarme frente a un espejo. Muchas veces pensamos que el espejo es nuestro amigo, toda vez que está ahí, esperando que en nuestra salida a toda prisa nos detengamos a mirarnos y confirmar que vamos adecuadamente a nuestro destino. Entonces nos sentimos agradecidos por tan “generoso” invento. Pero no hay nada más errado que pensar en la que la complicidad de ese ser impasible tan lleno de dinamismo a pesar de esa supuesta quietud en la que disfraza su cinismo hiriente.
Baste recordar a aquella malvada reina preguntando siempre quién era la más bonita del reino. Esta pregunta de reafirmación no es otra cosa que la vanidad basada en el miedo a lo fútil de nuestra existencia y de nuestro tiempo sobre esta tierra. Más aún, cuando la tecnología nos lleva a experimentar con espejos virtuales que nos devuelven no sólo nuestra imagen, sino aquella de lo que fuimos en la juventud o lo que seremos años más adelante. Y le sumamos a esa devolución de nosotros mismos siendo de otro género.
Resulta en una reflexión filosófica para la que no estamos preparados, el choque emocional suele ser muy poderoso, más allá de que una empresa rusa se quede con nuestra información y nuestros rostros, total, siempre hay alguien que se enriquece a nuestras costillas, en ocasiones de maneras más violentas que la de “robarse” unas imágenes.
Me tocó caer en el juego de los retos que tan de moda se han puesto en esta cuarentena que no parece tener fin. En este ejercicio reflexivo tuve la oportunidad de verme en distintas situaciones que me hace replantearme el uso del espejo en la casa. Observarnos e ir reconociendo el paso del tiempo en nosotros mismos, como entrenamiento de la memoria para olvidar los detalles, pero no olvidarnos a nosotros.
Entender al espejo como un ente dinámico, agudo, que nos escudriña desde todos los ángulos, que no refleja otra cosa que la percepción que tenemos de nosotros mismos, nos manifiesta desde nuestro interior, se mete en nuestra alma y nos devora con nuestros propios ojos, terrible ser el cuervo de uno mismo. Entender para reconocer que el primer conflicto es íntimo, que la lucha interior es el origen de todo y que en el espejo nos damos las más cruentas batallas día a día.
Alcanzar la reflexión a partir de las imágenes rebotadas es un acto de valentía y rebeldía contra el tiempo y su implacable naturaleza. He de reconocer que me estoy volviendo desconfiado de los espejos para no convertirme en su cómplice en esta carrera hacia lo inevitable, que cada vez tengo más cerca.