EL SOL HA DECIDIDO PEGAR PRIMERO
GUILLERMO ALMADA
El sol ha decidido pegar primero.
Un directo a la mandíbula
de todos los que anden por afuera.
Y las muchachas son las primeras
en acusar el golpe.
La hija de Juliana se ha acortado
tanto los pantalones
que se le ven las bragas
por debajo.
Y se nota que no lleva
sostén por la turgencia
de los pezones.
Joaquín, con el torso desnudo,
también juega.
Exhibe todo el esfuerzo del gimnasio,
y lo que puede de su corta edad,
mientras levanta la persiana
del Taller de Renzo, adonde trabaja.
Marguerite se menea,
autopercibida, procurándose
una mejor suerte,
aunque no sea de noche,
en la esquina de la parroquia.
El cura peca todo lo que puede,
todo lo que quiere,
todo lo que tiene,
en una tentación de siesta.
Un tropezón, no es caída,
se dice, para sí, en la ducha,
mirando, de lejos, la sotana,
y el reflejo, en el espejo,
de Marguerite que se cree salva.
A la caída del sol
refrescará de nuevo,
volverán los abrigos,
el barrio será otra vez el barrio,
así trasvestido.
Y en la mesa de la cena,
alguien volverá a comentar,
cerrando el diario,
lo perdido que está todo.