Donald Trump se convirtió formalmente este martes en presidente electo de Estados Unidos tras alcanzar los votos electorales necesarios para ello. Será el “presidente electo” hasta el 20 de enero, cuando asumirá el poder.
La Constitución establece que este martes se diera la reunión de los electores tras las elecciones generales del 5 de noviembre. Los 538 delegados al Colegio Electoral que fueron escogidos en las pasadas elecciones no se encontraban todos en el mismo lugar físico, sino en las respectivas capitales de sus estados, donde votaron por el candidato a presidente y a vicepresidente que hubiese ganado en el estado, firmaron las actas y emitieron el certificado de voto.
Trump consiguió este martes los votos necesarios luego de que los electores de Texas le dieran los 40 votos electorales de ese estado, de acuerdo con un conteo de CNN.
Lo que procede ahora es que cada uno de los certificados de los 50 estados y el Distrito de Columbia sean enviados al Congreso, donde se contarán los votos, y a los Archivos Nacionales para que se incorporen a los registros oficiales de la elección presidencial.
Es un proceso burocrático que, por regla general, pasa desapercibido, aunque en las pasadas elecciones de 2020 estuvo rodeado de polémicas y disputas por la negativa del entonces presidente Donald Trump a aceptar su derrota, las presiones que intentó ejercer sobre algunos estados para que cambiaran los resultados y las listas paralelas de “falsos electores” que se quisieron crear en algunos para complicar el proceso de certificación final que hace el Congreso el 6 de enero.
El fraudulento plan de «falsos electores» al Colegio Electoral del 2020
En 2020, la gente de Trump creó 84 electores falsos en siete estados, quienes firmaron certificados electorales falsos afirmando que este había ganado las elecciones en sus estados. Para julio de 2024, los suplantadores de Arizona, Georgia, Michigan y Nevada han sido acusados de delitos, mientras que lo de Nuevo México, Pensilvania y Wisconsin no enfrentan cargos actualmente.
En Wisconsin, la semana pasada se presentaron nuevos cargos estatales contra los abogados y asistentes de Trump a los que se acusa de haber organizado el plan. Jim Troupis, quien fue abogado de Trump en Wisconsin, Kenneth Chesebro, un abogado que asesoró la campaña, y Mike Roman, director de operaciones del día de las elecciones de Trump en 2020, inicialmente enfrentaron un solo cargo de falsificación grave.
Los 10 electores de Wisconsin, Chesebro y Troupis, llegaron a un acuerdo en una demanda que se presentó contra ellos en 2023. Los fiscales federales que investigaron la conducta de Trump relacionada con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 aseguran que el plan de electores falsos se originó en Wisconsin.
El sistema de Colegio Electoral había sido noticia antes, en 2000 con la elección de George W. Bush, quien sacó delegados suficientes, pero perdió en número de votos totales (el llamado voto popular) y en 2016, cuando pasó lo mismo con Trump, quien sacó menos votos que Hillary Clinton pero obtuvo la ventaja necesaria para imponerse en el colegio.
Este año no se espera que haya incidentes que alteren el proceso, considerando que los ganadores son quienes en 2020 no reconocieron la derrota (y siguen sin reconocerlo) y trataron de evitar que se cumpliera argumentando un inexistente fraude electoral.
El antipático anacronismo del Colegio Electoral
Sin embargo, el mecanismo es visto como un problema por el 63% de los estadounidenses que apoyan su eliminación, de acuerdo con una encuesta del Centro Pew, que rechazan que el presidente de Estados Unidos sea escogido en un proceso de segundo grado.
Los ‘Padres Fundadores’ crearon el sistema como un compromiso entre la elección del presidente por votación en el Congreso y la elección por votación popular, entonces de ciudadanos calificados. Fue una forma de atender varios problemas, desde la separación de poderes hasta el hecho de que los estados no querían ceder poder, pasando por las preocupaciones sobre el poder desigual entre los estados debido a las diferencias de población.
Así, los estados del Sur se aprovecharon del mecanismo al incluir a los esclavos en la base poblacional (cada esclavo era considerado como 3/5 de una persona) y lograr mayor representación de la que habrían tenido en un sistema de votación directa.
A pesar de que el Colegio Electoral es cuestionado por muchos y que más de 700 iniciativas han sido presentadas desde la fundación del país para modificarlo o eliminarlo, no existe la voluntad política para hacerlo. Es improbable que el Congreso logre los dos tercios de cada cámara que se necesitan para una enmienda constitucional y que las tres cuartas partes de los estados la ratifiquen.
Así que el mecanismo seguirá allí y quizá regrese a su tradicional anonimidad, hasta que se vuelva a dar el caso de alguien que llegue a la Casa Blanca sin haber obtenido la mayoría de los votos de la población o que algún candidato (mal) perdedor quiera manipular el sistema para evitar su derrota.