El mayor desafío para las abejas no ha sido una plaga, sino los efectos del cambio climático, señaló Raúl Peraza López, apicultor de San pedro Chimay y la reserva de Cuxtal.
La sequía prolongada afectó gravemente la producción de miel en todo el estado, causando la pérdida de numerosas colmenas, especialmente de meliponas.
“La sequía fue lo que más dañó en la producción de miel, en todo el estado”, dijo. “Un colega perdió casi todo porque por las altas temperaturas se incendió una palapa y se quemaron las abejas”.
El apicultor señaló que lo normal de producción son entre 20 a 15 kilos por colmena, pero el año pasado apenas lograron sacar entre 5 y 6 kilos por colmena.
“No todas las colmenas produjeron miel; algunas incluso llegaron a derretirse por el calor extremo. En 2024 perdimos siete colmenas debido a la sequía. Muchas sobrevivieron, pero se quedaron sin miel”, apuntó.
En el caso de Erik Batún Kumul, guardián de meliponas y productor de miel en el Jardín Alak en Tinum, se tuvo una gran pérdida de abejas y colmenas por la sequía y actualmente por plaga de mosca nenem, una mosca que si llega a infiltrarse en la colmena para dejar sus huevecillo y cuando las larvas eclosionan se alimentan de los tejidos de las abejas.
Él también perdió siete colmenas de abejas meliponas. “Por la sequía del año pasado, las abejas estaban cansadas, estresadas y ahora están enfermas por la mosca”, dijo.
“Si producimos por colmena solo un litro de miel, intentamos no producir de mas ya que trabajar con meliponas es muy difícil y hay que ser meticulosos; perder siete colmenas fue un golpe duro”, apuntó.
Factores
El productor consideró que la plaga pudo originarse por el exceso de humedad y la falta de higiene en algunas granjas cercanas, lo que favoreció la proliferación de insectos dañinos.
Además, la sequía afectó gravemente la floración, lo que, a su vez, impactó la recolección de néctar por parte de las meliponas.
Esta abeja dependen en gran medida de ciertos tipos de flora, incluidas plantas medicinales para recolectar néctar. Esta dependencia hace que la producción de miel sea aún más limitada en áreas donde las condiciones para la floración no son las adecuadas, especialmente durante la sequía.
“La época de floración no favoreció tanto, esto provoco menos miel y los precios tuvieron que alterarse un poco. Aparte de la sequía y la plaga, también afecto el frío ya que las meliponas entran en temporada de hibernación, se quedan en sus cajitas a dormir”, indicó.
También uno de los factores que afectó en la producción de miel es que se ataca a las abejas y no hay una regularización que las proteja. Raúl, entre otros compañeros, se dedica al rescate y reubicación de panales de abejas. Uno de los principales retos que enfrentan es la falta de regulación y protección para las abejas en la legislación local.
Protección
“No se trata solo de ver a las abejas como un animal de explotación, sino de ayudarlas. Es vital sembrar y reforestar con plantas que las atraigan, además de educar a la sociedad sobre su papel crucial en el ecosistema. El Reglamento de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Mérida está enfocado en perros y gatos, pero no incluye ninguna disposición para proteger a las abejas”.
El grupo de Raúl trabaja también para sensibilizar sobre el impacto de la urbanización. Las inmobiliarias están arrasando con el monte, donde las abejas habitan. Muchas veces, ellas terminan en las casas o en árboles cercanos a zonas urbanas.
“Cuando las abejas se enjambrean y se van a otro lugar, como un árbol o una vivienda, no tienen ninguna protección. No existe ninguna legislación que las proteja afuera de las colmenas. Por eso estamos buscando influir en las políticas públicas para que se les otorgue una protección similar a la de los animales domésticos”.
Raúl consideró que vendrá buena cosecha este año, pues el clima no será como el año pasado y favorecerá la floración, mientras que Erick no ve un buen futuro si se sigue con la deforestación, pues la sequía incrementara cada año y será más difícil para la melipona.
A pesar de opiniones contrarias, los dos concuerdan con algo: cuidar a las abejas y considerarlas más que una especie que produce alimento, pues son cruciales para la polinización.
