Editorial

EN PUÑO Y LETRA LIBERTARIOS – LEÓN DE ALMEIDA

EN PUÑO Y LETRA LIBERTARIOS

(Presentación del libro “El Faro Inclinado”)

LEÓN DE ALMEIDA

Texto leído el viernes 31 de mayo del año 2002 en en la Sala de Arte del Teatro Mérida (ahora Armando Manzanero), por su autor, durante su participación en la presentación del libro de cuentos “El faro inclinado,cuentos y relatos de Celestún” del escritor Reyes Pérez Rejón.

EL FARO INCLINADO

Ciertamente resulta complicado elaborar un perfil exacto y objetivo de un autor cuando estamos estrechamente ligados de manera emotiva con el vínculo de la amistad con el. Por ello, desde los atardeceres desaportazgados del crepuscular atuendo de Natura, nos dispusimos mi amigo Reyes y yo a plumificar los mundanos deseos de “Jade”, un ángel muy peculiar, que con el corazón cristalizado por las charcas salinas urge con su latir la necesidad de volcar el emergido torrente carmesi, ferrando prodigiosas notas eufónicas de un mar cuajado de prismas, bucaneros que fenecen, parlanchines que perviven bajo el tridente ominoso de Neptuno, ese palpitar resquebraja, deglutina y sangra el plumaje, alas que impotentes se sumergen en pantanosos estuarios de la degradación a la deriva, ese ángel que estupefacto observa con la sorpresa de un degenerado al que por primera vez se ultraja, como aquel que purificado por su propia esquizofrenia, transita en los petrificados bosques de su automotivacion hembruna, en ese bosque pétreo atiborrado de maldiciones transgeneracionales es donde se cultiva vicio e iniquidad que deglute sin piedad todo rastro de virtud antes exaltada. Del carcomido plumaje de “Jade” vertido por calles arenosas, recogimos, adulteramos en su núcleo e implantamos como propias a nuestros personajes, ese plumaje que furico se transforma en cuchillas destructoras de las redes asesinas de los chinchorros, cuchillas aceradas que con denuedo abren por igual corazas de tortugas de carey como el cuello de un Fénix redimido por los flamencos.

Acaricio las añejas y ajadas plumas que reviven el plañir lesivo de Amapola, pequeña gacela que dadivosa satisface y aminora las penas y cual caja de pandora emblematiza justicia y tragedia de los vientres gestantes portadores de esperanza, batiendo esas mismas alas que hacen vírgenes de arena; Metamorfosis de Diana para amarse de tanto amarse y para ungir a Marisella, así con dobe ele, con el resplandor que muchos cuerpos celestes desearían.

La tarde es amarillenta, de esas tardes que  desde niño no he visto. Mi amigo se recuesta presa de la fatiga ¡y el milagro se genera! Transmutación cristalina aleación de oro platinado, ¡¨Jade¨! Redimido en su irredencion, oprime con esa diestra que divaga, escurre savia del trino del cenzontle, emerge un palpitar en su pecho que llaga el horizonte, es la hoguera, es el holocausto del caracol celestino, es la aldea impregnada de miasmas, es Jade crucificado por un mercader misógino y oligofrénico, son los judíos y los gárgolas filisteos que devoraron el purpura caracolino, es el amante Aureo platinado que cruzó la biosfera, la ría y los cenagosos litorales en defensa de su honestidad angelina, con las visceras gangrenadas y su inmortalidad ennegrecida busca; con el afán de los sátiros que la iglesia beatifica sepultados en vahos marinos, aquellos viscosos escupitajos que coronaron sus sienes como el laurel a Calígula, Ángel demonizado por los terráqueos que padece y se flagela por la humanidad, de un ser indigno que devasta y con su hierro pisa el ala desprovista de ímpetu, que en su playa es propietario de aquello que nadie más posee, de la vulnerabilidad divina que gime cuando el clavo punza el ojo del mar que brama por las noches, que pernocta sin luna que vierta lágrimas y sin navío que escrute el faro que inclinado acuna en su vórtice las almas temblorosas de sus hijos ante el agreste portal infinito del purgatorio de los mártires.

Ciertamente resulta una labor sumamente compleja anclar un velero que vertiginoso surca el crepúsculo, dejando una estela que cual cauda meteórica emblematiza nuestro naciente siglo que milenio al fin preconiza proféticos estertores y ante los cambios significativos de gobiernos, economías devastadas y terrorismos internacionales que cimentan el destierro de seráfica ancladura, observamos el descenso de esa ave que al culminar su metamorfosis encontramos en la ría con alas majestuosas y el inconfundible ruber de su plumaje ha logrado su deseo, con garbo que asemeja el de un querubín que desciende y hace de nuestro hábitat aposento, es Fénix que resucitado emerge entre el acorazado caparazón de carey, que el hombre sin piedad lacera y vivificado desenvaina justiciera entre los graznidos de gaviotas, alcatraces y pelícanos; la flamígera espada que nos devuelve al paraíso que en la creación perdimos, entre la desértica llanura de los olvidados mortales que abjuran en la penumbra.

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