¿Pulitzer a la desinformación?
Gloria Chávez Vasquez
En 2018 el Premio Pulitzer* al Mejor Reportaje Nacional fue otorgado al New York Times y al Washington Post por una serie de artículos sobre la supuesta conspiración entre la campaña de Donald Trump y Rusia durante las elecciones presidenciales de 2016.
De inmediato, el equipo legal de Trump envió una carta al comité del Pulitzer pidiéndoles reconsiderar el premio ya que las múltiples investigaciones y decisiones en las cortes, habían demostrado que tal conspiración era falsa. Los reportajes ganadores no solo constituían desinformación, sino que era una narrativa fabricada por sus oponentes políticos para desacreditarlo. Pedía además la oportunidad de reunirse con ellos, ofreciendo cualquier ayuda adicional que necesitaran para corregir el registro y promover la transparencia e integridad periodística.
La Junta se negó a revocar la distinción. El comité insistía que el Times y el Post habían «dotado de recursos profundos» e «informado implacablemente» sobre la «interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y su conexión con la campaña de Trump».
El premio envalentonó a los periodistas del NYT y el WaPo quienes continuaron los ataques al presidente. ¿Por qué iban a retractarse dos periódicos conocidos por su guerra declarada a Trump cuando sus informes, difamatorios o no, eran protegidos y recompensados con un Premio Pulitzer?
Trump vs. Pulitzer
Frustrado, Trump presentó una querella en 2022 (tras su primer mandato) contra la Junta del Premio Pulitzer. Según la demanda, con sus reportajes, los periódicos habían dado forma y legitimidad a una historia falsa, diseminando, nacional e internacionalmente, una teoría de conspiración desarmada en las cortes. En cambio, las investigaciones habían sacado a relucir que la conspiración había sido instigada por Hillary Clinton, el DNC y otros demócratas. Al premiar a los periódicos, la Junta del Pulitzer se hacía cómplice de desinformación y difamación.
Las fuentes genuinas y los informes diarios contradecían al comité del Pulitzer. Las evidencias confirmaban que no existieron conexiones en la campaña de Trump con Rusia. Así lo declaró un informe del inspector general del Departamento de Justicia y una orden del Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera en 2019.
Las evidencias de las acciones de agentes nacionales y extranjeros como Michael Sussmann e Igor Danchenko demostraban que estos habían actuado en nombre de la campaña de Clinton, plantando la narrativa de colusión con Rusia en los medios. Informes posteriores sobre el Rusiagate revelaban que las afirmaciones del expediente de Christopher Steele, que impulsaron las primeras teorías sobre la colusión entre Trump y Rusia eran falsedades absolutas.
Asustados, los miembros del comité del Pulitzer presentaron una moción, pidiendo a la corte protección para sus comunicaciones internas relacionadas con la decisión de otorgar el premio a los dos periódicos. El juez Ed Artau concluyó en su informe, que, al negarse a rescindir los premios, el comité del Pulitzer contribuía a impulsar aún más la falsa narrativa del caso Rusiagate y por tanto a desinformar al público.
Después de que el tribunal del circuito falló a favor de Trump, la demandante principal de la junta del Pulitzer, Elizabeth Alexander, escritora y profesora, conectada con Barack Obama, llevó el caso a la corte de apelaciones. Según la académica, la Junta del Pulitzer había llevado a cabo dos revisiones independientes del trabajo presentado por esas publicaciones al concurso de Informes Nacionales. Los revisores estaban de acuerdo en que los reportajes no contenían ningún tipo de desinformación ni habían sido invalidados “por hechos que surgieron después de la concesión de los premios».
La colección ganadora de reportajes contenía titulares como «El FBI iba a pagar al autor del dossier de Trump», «Las acciones de Trump ahora son el foco de la investigación de Mueller», «Una fuente poco probable impulsó la investigación de la intromisión rusa», «El hijo de Trump se enteró del vínculo con Moscú antes de reunirse” y «Para influir en el voto, Rusia utilizó un ejército de falsos estadounidenses».
Los abogados de Trump, John P. Rowley III y John S. Irving, criticaron la posición del comité del Pulitzer al apoyar los “desacreditados informes” del NYT y WaPo ya que desde 2018, si no antes, ya estaba claro que los artículos en los que basaron su premio incluían declaraciones falsas que eran difamatorias para su cliente.
Era obvio que la fábula de la colusión de Trump con Rusia había sido creada para dañar la imagen y la campaña del entonces candidato presidencial Donald Trump. Los reportajes del NYT y el WaPo habían contribuido a confundir a gran parte de los estadounidenses con relación a la verdad de los hechos. Para colmo de males, estos habían sido recompensados con el hasta entonces respetable premio Pulitzer.
La erosión de un premio
Justo la semana pasada (Feb.12/25) el juez de la corte federal de apelaciones en la Florida, Jeffrey Kuntzuna, dio la luz verde para que la demanda se ventile públicamente. Después de esta decisión, favorable a Trump, el caso entrará en un proceso de investigación y descubrimiento exhaustivo.
Una de las prioridades de la agenda de Trump en su segundo mandato ha sido exponer la persistente corrupción en el tinglado industrial de los medios de comunicación. La estrategia legal está ahora sobre la mesa, para restaurar la integridad del Pulitzer, dijo Taylor Budowich, director de comunicaciones de la presidencia, refiriéndose al premio como una de las élites mediáticas confabuladas para boicotear a Trump.
Ya para 1990 la credibilidad de la organización se puso en tela de juicio cuando un grupo de intelectuales y periodistas instaron al comité del Pulitzer a revocar el premio otorgado a Walter Duranty (1932), corresponsal del New York Times en Moscú por sus artículos ensalzando el progreso del comunismo en la Unión Soviética, ignorando el Holodomor (1930-1933), la hambruna provocada por el régimen de Stalin en Ucrania y el sur de la URSS en la que murieron más de 10 millones de personas.
Hasta que fue erosionado por estos y otros conflictos de interés, el Pulitzer era el galardón más prestigioso de Estados Unidos. Desde entonces, los premios, anunciados cada año por el presidente de la Universidad de Columbia por recomendación del comité, solo se han otorgado a organizaciones o periodistas de tendencias liberales.
“Si el Premio Pulitzer se ha convertido en un reconocimiento a la propaganda política de izquierda, entonces el comité debería decirlo” dijo el presidente a la prensa. “En lugar de actuar con integridad y transparencia, la Junta del Pulitzer está encubriendo la mayor farsa periodística de la historia moderna. Lo más honorable seria que estos medios devolvieran sus premios».
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.
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