¿Pesa más la lengua que el cerebro?
Alejandro Romanella
¿Qué define al ser humano?
¿Qué lo hace tan especial de entre todas las criaturas que caminan, vuelan y se arrastran?
Sin incursionar dentro de la filosofía ni la religión, ¿es posible contestar estas preguntas?
Tenemos varias diferencias con el reino animal. Por ejemplo, pulgares oponibles, la postura erecta y nuestros pulgares oponibles. Ahora, no se nos puede olvidar nuestra herramienta estrella: el cerebro.
Éste está dividido en tres partes o capas: el cerebro reptiliano, el cual se encarga de los impulsos más básicos e instintivos, como el respirar y los reflejos incondicionados; el cerebro límbico, quien regula nuestras emociones, alimentación, reproducción, etc.; y finalmente, el cerebro cortical, también llamado el neocórtex, el cual permite el aprendizaje, la lógica, la razón y el lenguaje.
Las primeras dos capas nos hacen iguales a cualquier otro animal, pero es ésta última la que realmente nos da la capacidad de pensamiento racional. Ahí se da la toma de decisiones – aunque eso sí, condicionado también a los otros dos cerebros más básicos. Pero aún así, hay registros de otros mamíferos con un cerebro cortical, como la mayoría de los primates. Incluso, el antropólogo, psicólogo y biólogo, Robin Dumbar, hace una relación directa entre el tamaño del neocórtex y la cantidad de miembros que forman grupos sociales. Es decir, entre más individuos formen grupos sociales, mayor es el neocórtex y, por ende, más evolucionada estará la especie.
Entonces, reformulando la pregunta otra vez, ¿qué define realmente al ser humano de entre los demás mamíferos con cerebro cortical?
Quizás deberíamos concentrarnos en el aspecto que incrementa el tamaño del neocórtex: la agrupación social. Si nos ponemos a analizar, los conjuntos sociales que los seres humanos han hecho se delimitan al lenguaje. O lo que es lo mismo, los individuos que hablan un mismo idioma lógicamente se juntan con más frecuencia con sus pares. Eso nos pone a pensar, ¿será que la habilidad de comunicarnos nos pueda diferenciar de entre todos los demás seres vivos?
Muchos autores exponen que el lenguaje se forma a raíz de la inteligencia. Pero ¿y si fuera al revés? ¿y si el pensamiento fuera un elemento que funciona en base a la capacidad de comunicarnos con otros seres humanos?
Jean Piaget, padre de la epistemología genética, afirmaba que el pensamiento se produce de la acción y que el lenguaje libera a dicho pensamiento de la acción. Y no sólo el pensamiento, sino que el aprendizaje y la personalidad, se verían ligadas directamente con nuestra capacidad de lenguaje.
Eso nos deja con una última pregunta, ¿pesa más la lengua que el cerebro? Bueno, al final del día, ambas son las herramientas que nos condujeron a lo que hoy somos. Tal vez no haya una respuesta definitiva para ello, siendo que muchos otros elementos y variables tienen parte y porción en nuestra trayectoria como especie. Pero, sin lugar a duda, ninguno de nosotros sabría nada, ni siquiera podríamos leer estas letras, sin nuestra extraordinaria y majestuosa capacidad de comunicarnos y entender a los demás.