Editorial

Naturaleza muerta – NORMA SALAZAR

RADIOGRAFÍAS

Naturaleza muerta

NORMA SALAZAR

El arte de pintar alimentos, frutos ha existido a través de la  historia con asombrosas muestras. Los primeros lienzos comprenden del  siglo XV a. C, como las ofrendas egipcias a los dioses halladas en las célebres Tumbas de Menna; los víveres de la vida doméstica romana permanecieron figurados en mosaicos y frescos.

Por otro lado, durante el siglo II a. C hasta el II d. C hubo pinturas en los muros y en los pisos a manera de dar la bienvenida a sus invitados (xenia), restos de los banquetes que persistieron en los suelos (asarotos oikos) consignados a los difuntos para su consumo más allá de la vida. El medievo y parte del Renacimiento los objetos, alimentos, frutos tuvieron un enorme simbolismo aún sin pertenecer a un género propio. En las representaciones bíblicas podemos apreciar detalles que remiten un significado más profundo, aquellas composiciones de libros y otros objetos en nichos que deducimos como un valor intrínseco,  es decir, significaban a exigencias decorativas, esto también se concretó en las pinturas con presencia de flores. Déjeme ser enfática, lo que se conocería como “naturaleza muerta” pudo asentarse en el ámbito del arte con su autonomía en el siglo XVI como una clasificación de género, para la Academia Francesa [Academie des Beaux Arts], un claro ejemplo es el Árbol de Porfirio, un concepto del mundo que vaticina los objetos inanimados en el nivel inferior, una definición de  cuadros con temáticas secundarias como los son; composiciones de objetos, marinas,  los paisajes y escenas de vida cotidiana. Un formato más pequeño, estas pinturas fueron consideradas de un menor valor a diferencia de las pinturas mitológicas, históricas y religiosas.

En la segunda mitad de 1500 en el norte de Europa se observó una fuerte representación del arte visual con temas que hacían referencia a la vida cotidiana, a causa del Protestantismo iconoclasta la preferencia entre la burguesía de Flandes y los Países Bajos, pintores como Jan Brueghel representaron minuciosamente y opulentos ramos de flores asimismo mesas suntuosamente cargadas, donde se observa el gusto flamenco con una realidad directa de las cosas sus prioridades de orden moral. En este género particular no se limitaba a un simple arte estético sino la elección de los objetos que detallaban un fuerte simbolismo y, era un simbolismo referente a la muerte, el tránsito de la vida, aquello fugaz del placer mundano.

Para el 1700 y 1800 se observó la dilatada pluralidad de lienzos con su máximo realista de  hortalizas, pescado, carnes, aves, frutas, platería, se observaría la extensa riqueza culinaria de los lugares de procedencia con una relevante característica de técnicas en las pinturas regionales.

Manierismo,  Barroco y Ciencia  están vinculados en las telas con un alto carácter artístico compositivo en el acomodo de los objetos y la exploración cromática, mientras que en el periodo neoclásico prevalecieron los equilibrios clásicos y esquemáticos todo lo opuesto con la libertad del Romanticismo  para expresar los nuevos valores pictóricos.

Otros conceptos referente a la “naturaleza muerta” es la definición Fruytagie [cuadro con frutos], Banchet u Ontbitj en la añeja Europa, cuadros que mostraron banquetes o refrigerios, Vie Coye en italiano se nombró Oggetti di ferma [objetos inmóviles].

El término Bodegón fue acuñado en España, concerniente a las imágenes de cocinas como bodegas, así,  la “Naturaleza muerta” refiere a una pintura con un toque de objetos inanimados y cotidianos sean  naturales como las flores, la comida y el vino entre otros objetos de cristalería, botellas y libros. Otra temática a resaltar es el emblema de la pobreza, la mesa rebosante de conchas de mejillones era el festín de los humildes dibujada en una talla de madera poblada por demacrados rostros en harapos remendados, otros cocinando un caldo, un personaje que da la espalda al espectador simbolizando su hambruna ha metido su cabeza al cazo mientras el animal come las sobras, una realidad plasmada. Otro punto a destacar es que los bodegones hacen notar las estaciones del año en cada naturaleza muerta, el barroco español del siglo XVII es una temática de contrastes en sus primeros planos nos muestra los valores simbólicos de la abundancia comestible, el placer temporal, mientras un paisaje flemático alude a la pobreza y al sufrimiento mundano. La presencia visual del alimento refiere a la vida misma mientras el lado contrapuesto es un cerdo sacrificado, reitera al espectador con su propia muerte.

A partir de 1830 el género sufrió una experimentación plástica y en las décadas subsecuentes revolucionarían el arte, a fines del siglo XIX la palabra “bodegón”, la consignó el Diccionario de Covarrubias para describir a la tienda de vinos como a la despensa y a la cocina. El pintor Francisco de Zurbarán pintó La vida detenida; este bodegón muestra un instante de la existencia.

Déjeme, reiterar amable lector, antes de que existiera como un género en la pintura, los artistas en la región de Flandes educó  la vista al espectador al incorporar de forma natural y limitada elementos florales o enseres domésticos en sus obras pictóricas, minuciosos detalles de la naturaleza muerta en gran medida fueron especialmente una constante integral en el norte de la Europa, por motivos de una gran expansión demográfica adonde estos pintores afamados se entre mezclaban con la población de aquella época.

Se fortaleció un vínculo estrecho con el hábitat rural, los artistas flamencos viraron su ojo hacia lo folclórico, esa vida cotidiana, mientras la familia Brueghel dedicó en sus cuatro generaciones a plasmar en la tela el mundo terrenal, sublime a veces mundano de los campesinos, la sátira del sentido moral y alegórico; en tablas  podemos observar a mujeres y hombres entre comidas y vino gozando de estos placeres sensuales como una advertencia del castigo divino. De la misma temática podemos nombrar esa obsesión por pintar bodegones a Marten van Cleve, Jan Miense Molenaer, Sebastian Vrancx adonde éste último artista muestra las rutinas diarias, lo popular y lo costumbrista asimismo en lo mercantil con sus estancias de aquellas burguesías con motivos de ocio.

Termino ávidos lectores, el arte es un instrumento esencial para reflexionar en cuestión a su creador con su obra a través de una catarsis propia. Observamos  los rompecabezas-espejo de su época, su historia, la sociedad, el espacio geográfico, económico, cultural, etcétera en el cual se desarrolla la vida cotidiana de aquellos personajes, aquellas relaciones humanas, relaciones asociativas. La creación artística en lo general se parece bastante a los sueños, parte realidad, parte fantasía.

 

 

 

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